El Juego De La Silla

EL JUEGO DE LA SILLA
Imagina que un país tiene en sus arcas un lingote de oro, lo que le da derecho a imprimir 10 billetes de curso legal.
Esos 10 billetes se depositan en el Banco Central para que éste los ponga a disposición del Estado, de otros bancos, de empresas y de particulares, con objeto de que la economía funcione.

Imagina que vas al banco y pides los 10 billetes para iniciar un proyecto empresarial o para realizar alguna compra importante, como una vivienda para ti y tu familia.
El banco, después de comprobar que tienes posesiones y avalistas solventes que puedan respaldarte, te entrega los 10 billetes con un interés, pongamos del 10%.
Es decir, al banco le debes 11 billetes, los 10 que te ha prestado más 1 en concepto de interés. Pero si en el país sólo hay 10 billetes ¿cómo vas a devolverle 11 billetes, si no existen? ¡No puedes!
¿Acaso el banco no sabía que si él sólo ha imprimido 10 billetes, es imposible que tú puedas devolverle 11 billetes? ¡Claro que lo sabía! ¡De eso se trata, de que no puedas devolvérselo!

Un billete que tienes no tiene el mismo valor que un billete que debes. El que debes tiene intereses, intereses de demora, intereses por cancelación anticipada, amén de otra serie de gravámenes que van creciendo de manera exponencial.
Por esa razón hay organizaciones bancarias y países que compran deudas, ya que por una pequeña deuda que compres, puedes obtener importantes beneficios de manera permanente, porque una deuda con intereses, sencillamente, no se puede pagar.
Y sin embargo (dicho lo de “embargo” sin doble sentido), aunque la mayor parte de las deudas se saldan pidiendo más créditos (¡joder, qué invento!), algunas, las más pequeñas, pueden llegar a saldarse después de muchos años de trabajo y sacrificio, en los que has entregado tu salud empujando a otros, trabajando más horas o por menos dinero que los demás, a fin de poder pagar tu deuda creciente.

Pero esto es como el juego de la silla: como la deuda no se puede pagar, cuando la banca deja de poner dinero en el mercado, cuando la música deja de sonar, siempre hay alguien que se queda sin silla, porque hay 11 jugadores y sólo hay 10 sillas, 10 billetes.
En una escala más grande esta trampa queda diluida, ya que la gente que se queda sin silla está repartida por todos los continentes. Por eso es tan necesaria la globalización: para poder exportar la pobreza.
El estado de bienestar se ha construido gracias a las deudas, con dinero prestado que en realidad no existe más que en las pantallas de los ordenadores de los bancos.

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Todo lo ignora quien de nada duda.