Pigmalión

Pigmalión
Fue Pigmalión un rey chipriota que quería casarse, con la condición de que la mujer con la que lo hiciera fuera perfecta.
Pero no la encontró. Podrás comprar huevos grandes, medianos, o pequeños, frescos, en oferta, o a punto de caducar, pero siempre los comprarás marrones… porque ya no los hay blancos. 
Harto de buscar en vano a esa mujer perfecta, decidió dedicarse a esculpir bellas estatuas de mujeres, hasta que consiguió esculpir una estatua perfecta, la mujer de sus sueños, a la que llamó Galatea. Tan perfecta le quedó, que de ella se enamoró.

Pigmalión tuvo un sueño y soñó que Galatea cobraba vida… pero se despertó. Conmovida Afrodita por el amor que sentía por aquella mujer de su creación, le dio vida, y así Pigmalión pudo amar a la mujer perfecta, la mujer que él mismo esculpió.

Había una vez un hombre que se enamoró de una bonita mujer. Tenía una sonrisa embriagadora y una dulzura sin par, simpática y atractiva a rabiar. La sedujo, la conquistó… temía que a otros hombres les sucediera lo mismo que a él, así que poco a poco la fue cambiando por miedo a perderla. Le pidió que no sonriera tanto, que no vistiera tan atractiva, que contuviera sus encantos… ella, por amor, se fue transformando al gusto de él. Al final no quedó nada de lo que de ella le enamoró… y ya no le gustó.
Más le habría valido mejorar él para poder superar a cualquier posible rival, en lugar de estropear aquella bonita flor que le enamoró.

A veces Pigmalión trabaja al revés y esculpe una mujer imperfecta para no perderla, en lugar de mejorar él.

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Cuando te gusta una flor la cortas y te la llevas a casa, pero cuando de verdad la amas la riegas para que crezca.


Penélope

Penélope
La Luna hace el lunes, como Marte hace el martes y Mercurio el miércoles, del mismo modo que Júpiter hace el jueves, Venus el viernes y Saturno el sábado… pero el domingo eres tú, el Sol, un sol radiante que con su mágica sonrisa ilumina todo el firmamento.

Los días de la semana adoptan forma de planeta y giran a tu alrededor para disfrutar de tu luz, de tu belleza, de tu alegría y de tu calor. Incluso los que ni día de la semana tienen, como Urano, Neptuno o Plutón, giran también a tu alrededor, sin esperanza, para recoger las migajas de luz que les pueda llegar.
El engreído Júpiter pretende incluso llamar tu atención sacando músculo en vano, queriendo estar a tu altura y pretendiendo bailar contigo un baile íntimo envuelto en cálido aroma de café. Todos ellos están agotados de cortejarte en vano, están yermos, abrasados por tu calor y deslumbrados por tu luz, una luz que no pueden soportar… pero renuevan sus esperanzas con cada llegada de un nuevo día.
Por la noche desapareces para destejer las ilusiones que tejiste durante el día, como Penélope en su reino de Ítaca, que por la noche deshacía el traje de novia que confeccionaba durante el día para así mantener ilusionados indefinidamente a todos sus pretendientes… por qué elegir un planeta pudiendo tenerlos todos.

Llaman a tu puerta y como es martes piensas que es el amante marciano quien viene a seducirte… pero no es Marte, es un planeta nuevo, nuevo al menos para ti. Tiene ríos y mares, valles y montañas, peces y aves, flores y rocas, cascadas y playas de arena fina… “que tú eres el mar, que yo soy la arena”.
Y tiene rosas armadas con espinas como espadas… la rosa para enamorar a su amada, la espada para defenderla.
Le deslumbras con tu luz, le embriagas con el veneno de tu sonrisa... te corteja como el resto… le desdeñas como al resto.

Entonces aparece la Luna, pequeña, delicada, menuda, y saca pecho interponiéndose en tu camino de destrucción hacia ese planeta al que ama en secreto. Sin que tú lo sepas, cuando te retiras por la noche a deshacer el traje de novia que tejes durante el día, ella te roba un poco de luz para entregársela a su amado… no le importa iluminar su vida con luz ajena, así de abnegado es su amor.
Es esa luz ajena robada al sol para agradar a su amado lo que inspiró al poeta aquello de “la Luna en el mar riela, en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul”.
Cuando ve a su amor en peligro se interpone en tu camino y hasta eclipsa completamente tu poder, ahogando en el vacío tus poderosos rayos de luz, así de fuerte es el amor.

Sacando pecho te señala con su dedo amenazante y te advierte:
Domingo de fiesta y espeto, de pieles quemadas y planetas yermos, deja que germine en él la vida, deja que crezca en su interior la poesía, deja que estalle en su corazón el amor… si no lo quieres tú… lo quiero yo.

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A tus puertas llamé con la llama de mi amor encendida.

Vuelve mañana, dijiste.
Y yo ahí, cuitado de mí, con el pelo mojado y mi llama encendida.
Hacía frío... y llovía.


Futuro Imperfecto

Futuro Imperfecto
Viendo a mi madre en la camilla de la UVI del hospital, me viene a la memoria esa misma escena junto mi padre, hace menos de dos años. Él ya se fue.
El monitor hace saltar las alarmas cada poco tiempo y las enfermeras cambian los electrodos y aprietan los botones de la máquina una y otra vez por si se tratara de falsos contactos de los cables. Tal vez.
Nos da lo que piensa que son sus últimas instrucciones y nos dice dónde tiene guardadas las cosas, nos dice también cómo tenemos que repartirlas y nos recuerda que próximamente hay que pagar el recibo anual de la comunidad de propietarios, para lo que ya tiene apartado el dinero. Se acerca la doctora y le dice que quiere una habitación grande para ella sola, que no quiere estar con viejas, como la última vez. Ella va camino de los noventa, pero no se considera en absoluto dentro de ese grupo. 
Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar”.

Aprovechando los tiempos muertos en el hospital, que ya sé que no es la mejor expresión en un lugar así, me pide una persona cercana que le ayude a buscar piso... le doy mi opinión sobre dónde comprarlo y de qué tipo, al tiempo que aprovecho para darle otras indicaciones varias sobre su futuro profesional... en el fondo sabe que tengo razón, pero se resiste. Sólo la acción produce resultados, le digo, pero la acción requiere planificación, esfuerzo y visión de futuro. Parece que no comparte mi criterio ni en lo uno ni en lo otro... dice que no conozco bien sus preferencias. Con una sonrisa irónica le digo que sólo conoce su yo presente, pero que desconoce su yo futuro. Mi madre participa en la conversación, que le sirve de entretenimiento y así no le presta atención a los pitidos de la máquina que vigila sus constantes vitales.

Lo de buscar piso es una idea a medio plazo, lo de la trayectoria profesional es una decisión a corto plazo... pero de momento va a hacer un pequeño viaje, aprovechando que le quedan unos días de vacaciones.
Le digo dónde hay un restaurante en el que puede hacer un alto durante su viaje y dónde hay un hotel agradable y aquilatado en el precio cuando llegue a su destino. Si decidiera ir a otro lugar seguramente también habría podido decirle dónde podría encontrar esto o aquello.
En este punto de la conversación aprovecho para volver a lo del piso y a lo de su futuro profesional... quería apartarme del tema hablándome de su próximo viaje de recreo, pero a mí me sirve para volver a él.

En muchos casos, lo que para unos es futuro, para otros pasado. El restaurante todavía está (presente) en el mismo sitio, estaba (pasado) cuando yo hice ese viaje y estará (futuro) cuando vaya cualquier otra persona. El futuro sólo es un lugar en el tiempo en el que todavía no has estado, pero donde ya han estado otras muchas personas con anterioridad.
Los consejos que damos a nuestros hijos son los mismos que nos dieron nuestros padres, los mismos que nuestros padres recibieron de los suyos, los mismos que...
Lo del libre albedrío, lo de “se hace camino al andar”, lo de labrarse uno mismo su propio destino es cierto... pero dentro de unos límites ya establecidos. Que no veas la carretera más allá de los siguientes doscientos metros no significa que no haya carretera más allá de tu propia visión, carretera que en el pasado ya recorrieron otros muchos conductores.

Podemos imaginar el futuro como el mapa de carreteras de cualquier país. Cuando arrancas el coche puedes elegir qué camino recorrer... pero cualquier camino que elijas ya existe y lo han recorrido millones de viajeros con anterioridad. Que tú elijas uno u otro es un ejercicio del libre albedrío... pero otra mucha gente ya ha estado en tu futuro. No importa que elijas un camino u otro, ya está previsto en el mapa de carreteras... incluso si decides hacer a pie tu propio camino monte a través... también hay un chiringuito con bocadillos y refrescos a mitad de camino.
Es como esos juegos modernos de las consolas... tú eliges cómo acaba la historia en función de cuántos obstáculos superes... el informático ha programado más de seiscientos finales posibles... pero tú no lo sabes, tú sigues pensando que eliges tu propio destino porque eres único y especial.

Tu futuro ya está escrito, cualquiera que sea que elijas, y otra gente ya ha estado allí.

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Me interesa el futuro porque es allí donde pasaré el resto de mi vida.