CUESTION DE ESPACIO
En una gran catedral te sientes humilde; en un despacho imponente te sientes intimidado, o poderoso, dependiendo del lado de la mesa en el que estés; en una gran ciudad te sientes pequeño. Los espacios grandes, los lugares ostentosos, se utilizan para impresionar, intimidar y reducir al visitante. Quien regenta la catedral, el despacho o la ciudad, seguramente es una persona normal, o incluso puede ser un delincuente abyecto de baja catadura moral, que de esa manera consigue poner distancia para darse importancia y que no se aprecie su mundana naturaleza.
En una gran catedral te sientes humilde; en un despacho imponente te sientes intimidado, o poderoso, dependiendo del lado de la mesa en el que estés; en una gran ciudad te sientes pequeño. Los espacios grandes, los lugares ostentosos, se utilizan para impresionar, intimidar y reducir al visitante. Quien regenta la catedral, el despacho o la ciudad, seguramente es una persona normal, o incluso puede ser un delincuente abyecto de baja catadura moral, que de esa manera consigue poner distancia para darse importancia y que no se aprecie su mundana naturaleza.
¿Qué sentido tiene un edificio oficial con una puerta de siete metros de altura? ¿Y una mesa de reuniones donde necesitas un micrófono para hablar con quien tienes enfrente?
Como el tiempo, el espacio también es relativo, pero en general las medidas que entran dentro del espacio personal suelen ser comunes a todas las culturas.
Dentro de los espacios que competen al entorno del individuo se suelen distinguir cuatro zonas espaciales básicas:
- Espacio público. Es la zona dentro de la que la gente puede coexistir sin sentirse incomodada. Un ejemplo puede ser un centro comercial, un parque público, etc.
- Espacio social. Es una zona más próxima en la que las personas pueden interactuar de una manera más directa. Un caso típico puede ser la mesa de un restaurante o una reunión de amigos enfrascados en una charla. Un caso especial puede ser un ascensor o un avión, donde el individuo se ve forzado a compartir con gente desconocida un espacio demasiado cercano que puede incomodarle. La manera de “aumentar” el espacio suele ser mirar para otro sitio o leer el periódico.
- Espacio personal. Es el espacio que se espera que los demás reconozcan como propiedad de la persona y es necesario otorgar un permiso expreso para que otros se aproximen a esa zona. Un dentista, un peluquero, un equipo de trabajo examinando un documento, pueden ser ejemplos en los que normalmente se invade el espacio personal de otros. El privilegio de acercarse mucho, o incluso tocar, varía ligeramente entre distintas culturas, pero suelen mantener un criterio bastante parecido.
- Espacio íntimo. Es la zona que rodea y toca directamente el cuerpo de la persona, reservado especialmente para una interacción personal, emocional o íntima.
Hay además otras formas de invadir el espacio personal de la gente, como hacen esos individuos que hablan a voces, como si al resto del mundo le importara su interesante vida.
Estaba en cierta ocasión comiendo en un restaurante cuando, a las puertas de mi segundo plato, entró un grupo de petulantes individuos trajeados y encantados de conocerse a sí mismos, riéndose a carcajadas y contando a voces las aventuras del día. Entre los comentarios los había sobre mujeres (de qué si no), clientes, logros y machadas que habían protagonizado.
“ Pues yo tomaré...” -decía a voces el líder de la manada con la barbilla levantada, haciendo un interminable silencio para dar una sensación de dramatismo y grandiosidad al momento sublime en el que iba a decidir qué comería- “...unas manitas de cerdo a mi estilo”.
“ Pues yo tomaré...” -decía a voces el líder de la manada con la barbilla levantada, haciendo un interminable silencio para dar una sensación de dramatismo y grandiosidad al momento sublime en el que iba a decidir qué comería- “...unas manitas de cerdo a mi estilo”.
No pude contener la risa y le miré desafiante e insultante. Entendió a la primera que estaba pensando que no podía haber elegido otro plato más adecuado a su persona.
El resto de la comida fue tranquilo, aunque me quedé con ganas de abofetearle con la servilleta.
http://templar-alquimia.blogspot.com.es/2012/01/colaboracion.html
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