Poder Absoluto

Poder Absoluto

Rusia invade Ucrania y amenaza al mundo con represalias sin precedentes si a alguien se le ocurre intervenir. Represalias sin precedentes son acciones nucleares a gran escala, porque de manera localizada ya las conocimos con las bombas nucleares Little Boy y Fat Man lanzadas sobre la población civil en Hiroshima y Nagasaki respectivamente. Había que probar las nuevas tecnologías para matar a gran escala, y así demostrar al mundo quién mandaba en el Nuevo Orden Mundial, tecnologías surgidas del proyecto Manhattan, con las que se desarrollaron las bombas nucleares de uranio y plutonio con la ayuda de científicos llegados de la Alemania nazi.
La bomba Little Boy (niño pequeño) era de uranio y fue lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima desde un avión llamado Enola Gay, que era el nombre de la madre del piloto. De ahí viene lo de acordarse de la madre de alguien cuando te hace una faena gorda. Y, hablando de gorda, la que armaron días después lanzando la Fat Man (hombre gordo) sobre Nagasaki para probar también cómo sonaba una bomba de plutonio. El nombre de la madre, niño pequeño, hombre gordo... tenían humor los que no dudaron en hacer experimentos sobre miles de personas de nombres impronunciables.

Hay quienes piensan que tienen derecho a destruir el planeta, como si fuera suyo, como si tuviéramos otro. Hay quienes piensan que tienen derecho a matar a personas por millares, por millones incluso, sin importarles sus nombres y apellidos, sin importarles que ese día el niño cumplía 5 años y lo iba a celebrar en casa con sus amigos, con tarta, globos y confites. Hay quienes piensan que tienen derechos sobre el planeta, sobre la naturaleza, sobre las personas, sobre las familias... sobre ti. Territorios, idiomas, ideologías, religiones, pandemias, impuestos, multas... Hay quienes piensan que tienen derechos divinos para imponer su voluntad, no dudando para ello en argumentar razones altruistas y sociales, presentándose como salvadores, en lugar de como los matones de callejón que son.
Ellos sí tienen nombres y apellidos, y hay que recordarles, cuando llegue el momento, que en realidad son unos mindundis con halitosis que no tienen derechos sobre nada, sobre nadie, sobre ti.

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"Si quieres conocer a un hombre, dale poder".