Vespersiones

Vespersiones

No hace mucho, iba conduciendo por la autopista mi último coche, al que doy palmadas en la grupa antes de entrar y en el salpicadero cuando me acomodo en su interior y lo voy a arrancar. He tenido trece coches y llevo más de dos millones de kilómetros a mis espaldas. A este último le llamo Campeón. Y entonces me adelantó un coche que me resultó familiar. Era mi montura anterior, la que había vendido meses atrás porque ya tenía muchos kilómetros. Con mi nuevo coche no fui capaz de adelantar a mi coche anterior, que por lo visto tenía todavía más fuerza y vigor que el que tiene mi vehículo actual. Me adelantó sin compasión, sin mirar atrás, como echándome en cara que me hubiera deshecho de él, después de todas las vivencias, canciones, planes, conversaciones y sueños que compartimos. ¿Era un mensaje vital que mi coche actual no superara al anterior?

Pero la vida es como el río, que nunca vuelve atrás y siempre acaba desembocando en el mar.

He vuelto al pueblo donde viví veranos felices para recorrer de nuevo los caminos solitarios, el río que serpea silencioso acariciando sus veredas, y los bosques encantados que me sirvieron de templo para la reflexión. Un buen lugar para hacer vespersiones, reflexiones vespertinas, digresiones sobre la vida, la familia, el amor... y analizar si “cualquier tiempo pasado fue mejor”, o lo mejor está aún por llegar.
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"Coged las rosas mientras podáis,
veloz el tiempo vuela,
la misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta".