Vivir Con Poco

Vivir Con Poco
No voy a hablar de esos países donde la gente muere a diario sumidos en la más profunda pobreza económica y moral, esos países donde los padres venden a sus hijas por unas monedas de metal oxidado para poder sobrevivir un par de semanas más, esos países condenados a resignarse con consignas religiosas orquestadas desde sus gobiernos. Esos países no tienen salvación por lo menos en los próximos dos o tres siglos, por muchas ONG que les ayuden con abnegados voluntarios, mientras sus jefes se llenan los bolsillos con las donaciones que hacen los ciudadanos de los países ricos para lavar sus conciencias. 

Hablo de la degradación de Occidente, degradación económica, degradación social y degradación moral. Pasamos alborozados de dictaduras militares a democracias policiales, que viene a ser lo mismo pero con una pátina de pintura rosa o morada, según convenga, dejándote votar cada cuatro años, lo que les permite echarte la culpa de tus carencias para así poder mantener la misma estructura de siempre sin que la ciudadanía les juzgue en una plaza pública. Para evitarlo, cada vez que sucede algún extraño suceso violento de dudosa autoría, les sirve para aumentar el gasto en su seguridad y auto-asignarse poderes para vigilar a los ciudadanos y condenarles por opinar torcido… Te dicen que tu seguridad pasa por que ellos te vigilen y te controlen a ti, a ti que eres un buen ciudadano, y tú lo das por bueno. Hasta habilitan páginas web para que los ciudadanos puedan denunciar de manera anónima a otros ciudadanos de bajo perfil, habilitan teléfonos para que los hijos puedan denunciar a los padres, teléfonos para que los cónyuges puedan denunciar a sus parejas… destruir la familia, destruir cualquier foco de unión ciudadana que pueda poner en peligro su sistema, de eso se trata.

Sin embargo, la actual democracia policial permite un poco más de libertad que su versión anterior, la dictadura militar. Deja grietas que te permiten respirar para que la olla no estalle, pero esas grietas hay que buscarlas. Es lo que queda: vivir en las grietas del sistema. Para que no fijes tu ira sobre ellos, elaboran notorias injusticias para que protestes “por qué a ese que ni siquiera es de aquí le das dos mendrugos de pan si a mí, que llevo toda la vida trabajando, me das sólo un mendrugo”. De esa forma criminalizas al que recibe dos mendrugos y te olvidas de que son ellos los que están saqueando el país y hundiéndonos en la miseria.
Ellos elaboran las leyes que aprueban los representantes políticos para que las apliquen los jueces y las ejecuten los policías, esos policías que por la mañana rescatan un gato de un contenedor de basura y se hacen una foto que luego aparece en todos los periódicos, y que por la tarde echan a palos a una familia de su casa para entregársela al banco, y si tú les haces una foto vas a prisión. Te multarán por mil cosas de manera arbitraria y peregrina para que nunca te sientas seguro y estés constantemente en permanente auto-vigilancia y contención...

Pero el ser humano está por encima de su sistema, el ser humano es más grande que lo que ellos tratan de hacer contigo, la Humanidad tiene futuro a pesar de todo. Existe la familia, aunque ellos traten de disolverla; existe el amor, aunque ellos traten de vulgarizarlo y te inviten a “chocolatear” por aquí y por allí como signo de libertad; existen los amigos, aunque ellos traten de dividirlos con opciones políticas o futbolísticas y te olvides de que por encima de todo eres un ser humano sin número de serie y código de barras tatuado en tu muñeca; existe un proyecto de vida más allá de beber kalimotxo en vaso de plástico; existe el futuro aunque ellos te digan que tienes que vivir el presente comprándote el mejor teléfono móvil a plazos aunque para ello tengas que renunciar a comer con fundamento.

El primer paso para una supervivencia digna dentro de lo que el sistema te permite es mantener una buena salud mental. Eso pasa por el auto-análisis, el establecimiento de prioridades, el reconocimiento y valoración de lo que ya tenemos, cultivar las amistades constructivas, deshacerse de las relaciones tóxicas, tener ilusiones y buscarse un(a) amante, es decir algo que te llene y te haga crecer.
El segundo paso es mantener una buena salud física, lo que pasa por tener una buena salud mental y una buena alimentación, así como proyectos y aventuras que te hagan bailar los pies y dibujarte una sonrisa.
Hay que cultivar también las relaciones familiares y sociales, por encima de las diferencias artificiales que el sistema trata de introducir en nuestras vidas.

Se puede vestir razonablemente bien por muy poco dinero gracias a esos países que trabajan como esclavos para que tú puedas presumir barato.
Aunque más difícil, se puede comer sano y bien si eres apañad@ y no tienes vicios. En los países del primer mundo la alimentación es buena y eso lo demuestra el hecho indiscutible de que cada vez vivimos más años y en mejores condiciones.
Mientras el gobierno no te lo cobre, se puede tomar el sol gratis sin necesidad de viajar muchos kilómetros en avión y respirar aire bastante saludable, ahora que las industrias sucias se han ido a otros países que protestan menos.
Podemos pasear por lugares preciosos y admirar las muchas maravillas que nos rodean… siempre que no vayamos como tontos con la cabeza agachada mirando el teléfono móvil, y tomar un café en una cafetería elegante, que cuesta prácticamente lo mismo que en el bar de la esquina.
Y si en lugar de complicarnos la vida unos a otros nos dedicamos a hacérnosla felices, mucho mejor. Un poco de tranquilidad, un poco de sexo, un poco de amor...

La vida es un tango y hay que disfrutarla ¡Buen viaje!

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Quien no se mueve no siente las cadenas.


La Chica Del Andén

La Chica Del Andén

Acaba el día y me dirijo a la parada del metro, ya con ganas de llegar a casa. Está gris, con una ligera llovizna de inicio de primavera, pero hace buena temperatura.

Me llaman la atención unas piernas blancas… no parece el día adecuado. Bajo las escaleras hacia el andén contrario al que se encuentran sentadas las mencionadas piernas, y me siento en el banco que queda justo frente a ellas. Una bonita mujer de labios rojos, melena negra por los hombros, vestido corto, botas altas y piernas cruzadas. Esto promete -pensé-, en algún momento tendrá que descruzarlas.

Aunque procuro hacerme el sueco, ella se da cuenta y se me queda mirando fijamente. Disimulo, miro para otro sitio, vuelvo a mirarla… y allí sigue ella con su mirada altiva clavada en mí. Repito la maniobra de disimulo, y cuando vuelvo a verificar si la situación ha cambiado… allí sigue ella mirándome valiente sin la menor consideración hacia mi ya maltrecha dignidad por haberme pillado fuera de juego.

Menos mal... oigo llegar su metro a no mucha distancia… ya sólo quedan unos segundos de incomodidad… entonces ella descruza las piernas despacio y se mantiene con ellas abiertas frente a mí sin apartar su mirada acerada… me quiero morir, pero en un acto de supervivencia le dedico una sonrisa a la que ella contesta con otra, burlona tal vez, pero sonrisa al fin y al cabo.

Llega el metro y la pierdo de vista… ¡metro traidor! ¡ahora que empezábamos a entendernos!
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Era tan pobre, que sólo tenía dinero.


Cuchillos De Tristeza

Cuchillos De Tristeza

Como cuchillos de tristeza se deslizan hasta las profundidades del corazón las notas que llora lánguidas el piano.

Resiliente el pentagrama, con sus garras va arañando  en lenta caída hacia el abismo de la soledad sentimientos de angustia ensangrentada.

Cogidas de la mano van, adagio amargo, las corcheas esperan a las negras y estas a las blancas para no dejar ninguna rezagada.

Se aferran a recuerdos que no quieren abandonar, recuerdos de momentos pasados que ahora oprimen el alma, recuerdos de risas que no volverán, recuerdos de besos rojos de pasión acabada… o inacabada tal vez, esa es la cuestión.
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"Se ha quedado una tarde preciosa para pasear por las conciencias".