Victoria Pírrica

VICTORIA PIRRICA
Hace años el labrador trabajaba las tierras del señor terrateniente a cambio de un salario más bien escaso.
Con el tiempo, a fuerza de mucho trabajo y a costa de endeudarse para toda la vida, el labrador consiguió comprar al terrateniente las tierras que trabajaba.
Trabajaba tres veces más que antes y ganaba tres veces menos, pero era su propio jefe.
Al fin era libre; ahora sólo trabajaba para sí mismo.

Sin embargo, la libertad sale cara.
Ahora, cuando graniza lo hace en las tierras del labrador, que también tiene que pagar los seguros, las semillas, los impuestos por tener tierras y los impuestos por vender el fruto de su cosecha.
Ahora el terrateniente (que también es funcionario de la Administración) vigila vía satélite que el labrador cotice realmente por lo que cosecha. Como bien saben los funcionarios que trabajan en estos departamentos, la Administración hace uso de satélites artificiales para vigilar si el labrador ha plantado más patatas de las que declara.

¿Acaso alguien había pensado que la tecnología estaba al servicio de los ciudadanos?
Al fin los terratenientes habían conseguido su gran objetivo secreto:
La tierra para el que la trabaja”.