LA RAZÓN DE LA FUERZA
No quiero hacer aquí una crítica a la inteligencia, sino una elegía a la fuerza como motor de la vida.
No quiero hacer aquí una crítica a la inteligencia, sino una elegía a la fuerza como motor de la vida.
La fuerza es una razón que convence y la inteligencia suele estar al servicio de la fuerza, del poder: dame una causa y te buscaré una buena razón.
Todo el mundo tiene la razón; si preguntas a cualquiera sobre cualquier cosa, te dará su opinión y pensará que es la correcta, pero no todo el mundo tiene la fuerza.
La vida es como el ajedrez: las piezas pequeñas sólo tienen un sentido posible de marcha, mientras que las grandes pueden moverse libremente por donde quieran. Por eso todos quieren ser una pieza grande, una pieza con fuerza.
Ni dictaduras, ni movimientos revolucionarios, ni grupos sociales, ni confesiones religiosas han renunciado nunca al uso de la fuerza. La fuerza no siempre es sinónimo de violencia, también adopta formas más sutiles. El miedo es una de ellas, seguramente la más eficaz, ya que evita tener que emplear la violencia física y tal vez exponerse así a una posible derrota.
Sin embargo, la fuerza con frecuencia necesita de la inteligencia para revestirse de una pátina de ética y decencia. Esto evita, como el miedo, tener que imponerse con métodos violentos, con el coste y el riesgo que eso entraña.
Los servicios de inteligencia de todos los países pertenecen al Ministerio de Defensa, no al de Cultura.
Movimientos religiosos, políticos y sociales de todas las épocas han hecho uso de doctrinas de personas inteligentes para dotar de algún tipo de ideología a sus propósitos. Generalmente estos ideólogos tuvieron una vida miserable y pobre, fueron crucificados, encarcelados, fusilados, o murieron en extrañas circunstancias, y nunca supieron que después de su muerte darían cobertura moral e intelectual a organizaciones de poder.
El lobo hace un uso inteligente de la fuerza para sobrevivir: se colocan varios miembros de la manada en lugares estratégicos, uno empieza la persecución de la presa y la va conduciendo hacia donde se encuentra otro miembro de la manada, más descansado, y así van haciendo lo mismo hasta que la presa cae rendida.
El ciervo hace un uso inteligente de la fuerza para aparearse y procrear: no reta al macho dominante hasta que no se siente seguro de que puede vencerle.
Pero no se come sólo para sobrevivir, también se come por placer.
No se practica el sexo sólo para procrear, también se hace por placer.
Del mismo modo, la fuerza se utiliza para sobrevivir, pero también por el puro placer de beneficiarse a la hembra, tenga ésta forma de mujer o de Imperio Romano.
La inteligencia, derrotada, no suele ser más que un fiel asesor de la fuerza, verdadero motor de la vida y muchas veces lo único realmente eficaz, ya que es un lenguaje universal que todo el mundo entiende.
¡Que la fuerza te acompañe!
http://templar-alquimia.blogspot.com.es/2012/10/don-gato.html
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