Eran Tres

Eran Tres
El Tres es un número mágico. La Santísima Trinidad, Las Tres Carabelas, Los Tres Reyes Magos, Los Tres Mosqueteros, El Bueno, El Feo y El Malo, Los Tres Sudamericanos, Los Tres Tenores, No hay Dos sin Tres, A la Tercera va la vencida, ¡A la de Una, a la de Dos y a la de Tres!...
El Tres representa el cierre del círculo, la culminación de una acción, el inicio de una nueva etapa, la perfección.

Me he encontrado en el metro con mi primera novia. Entonces tenía una preciosa melena negra, una figura estilizada, gran personalidad y moral estricta. Era seria y altiva, y tuvo a bien ser mi novia, de lo que yo me sentía muy orgulloso.
Ahora no tiene el pelo ni largo ni negro, su figura ya no es estilizada y su mirada no apunta al futuro, pero me ha alegrado verla.
Claro que de aquello hace algo más de cuatro décadas, cuando apenas contábamos diez años.
Quien me gustaba de verdad era su hermana mayor, de quien estuve realmente enamorado, pero no estaba a mi alcance. Ella estaba ya en plena pubertad, nombre que se da a esa edad en la que el pubis empieza a poblarse. Me lo perdí.

Tuve una segunda novia, sin renunciar a la primera, claro está. Era colorida, extrovertida y de moral relajada. Aunque no era de lo que más orgulloso me sentía, me aportaba alegría y estimulaba mis sentidos. Complementaba lo que a la primera le faltaba.

Y hubo una tercera, sin renunciar a las dos anteriores, claro está. Ella no iba a misa, por lo que la moral no era un obstáculo. A la de Tres.

Al año siguiente fui interno a un seminario. Estudio, deporte, piano, guitarra, rosario diario, misa diaria... estuvo bien, me dio tiempo a reflexionar sobre lo divino y lo humano.
Escribí a las tres para suspender la relación sine die, ya que descubrí que quería dedicar el resto de mi vida a trabajar por el bien de toda la Humanidad.
Pero los curas dijeron a mis padres que no tenía vocación, por lo que no repetí la experiencia al curso siguiente, para tristeza de mi madre y alegría de mi padre.

En mis reflexiones seminarias pensé que si fuera posible unir las tres experiencias en una coctelera y juntar las cualidades de las tres en una única novia, sería fantástico.
Al volver del seminario tuve otra novia, esta vez en solitario. No fue un mal cóctel, pero estando juntos ninguno de los componentes tenía la intensidad que tenían por separado, así que seguí investigando el número Tres.

Claro que también hay quien dice que, a veces, tres son multitud.

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Si vais a reinas, moriréis virgen.