La Voluntad

La Voluntad
Joven y con aspecto digno, le he visto en la calle, casi de noche, pidiendo la voluntad. No pedía limosna, sino que vendía sus libros por lo que la gente le quisiera pagar.
Hubo un tiempo no muy lejano en el que vi esa posibilidad más cerca de lo que me habría gustado, por lo que me he sentido en cierto modo obligado a solidarizarme con él.
No era un indigente “al uso”, más bien me ha parecido uno de los miles de nuevos mendigos creados por los distintos gobiernos que se han dedicado a saquear el país y a entregárselo a los bancos y las grandes empresas.

No he pasado de largo, no le he esquivado la mirada y he querido comprarle algún libro. Hasta dos veces he pasado para mirar con detenimiento todos y cada uno de los libros que vendía, pero no he encontrado ninguno atractivo, y eso que me he esforzado en no ser muy exigente. Al fin y al cabo no era mi intención comprar un libro, sino mostrarle que me interesaba su situación y que apreciaba su libros, algo que suele ser muy personal.
He pensado que alguien que compra libros no los vende, por muy mal que se encuentre, así que supongo que él se había reservado los libros importantes y había sacado a la calle sólo los libros prescindibles.
Aún así me ha impactado mucho que alguien tenga que vender sus libros para poder sobrevivir.

España está considerado por muchos organismos internacionales como uno de los países con mayor corrupción institucional de todo el planeta.

El país no es de los partidos políticos, no es es los sindicatos, no es de los funcionarios, no es de los curas, ni siquiera es de los jueces.
Es necesario por lo tanto que los ciudadanos tomemos el control efectivo de todas las Instituciones. Ya sabemos a qué se dedican unos y otros, así que se acabó el tiempo de criticar, es hora de actuar y de exigirles de manera contundente que hagan su trabajo con profesionalidad, amabilidad y honestidad. Y que los responsables paguen de manera ejemplar por haber llevado al país a esta situación.

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Si nada, corre o vuela, a la cazuela.