Privatización

PRIVATIZACION
Una empresa o un grupo de empresas privadas puede construir un hospital, equiparlo, contratar al personal necesario, solicitar los permisos pertinentes, pagar los impuestos correspondientes y buscar clientes.
¡Uffff! ¡Qué fatiga!

Mucho mejor es ordenar a sus esbirros en el poder, elegidos democráticamente por los ciudadanos, que les construyan un hospital, que lo equipen, que se encarguen de que todos los permisos estén en regla, que les envíen los clientes y que encima les paguen con dinero público por gestionar el negocio.

Este mismo plan sirve para la energía, las comunicaciones, el transporte, la educación, la gestión del agua y todo aquello que sea público y propiedad del país y de los ciudadanos.

Esto es lo que llaman privatización, externalización, optimización o Barrio Sésamo en el que lo único que tienen que hacer sus habitantes es votar cada cuatro años para legitimar sus desmanes.
No importa que voten a rojos, verdes o azules, que todos sirven a los mercaderes.
No importa que vendan un programa político derechizquierdista, centrexmista o nazionalibertario, “allegados son iguales”.
Ellos dicen que no, que no es igual rojo que azul, y es cierto: no es lo mismo que el dinero se lo lleven los rojos o que se lo lleven los azules.
No es lo mismo para ellos, pero sí lo es para los ciudadanos.
Privatizar no es más que quitarte lo tuyo para repartírselo ellos.

A veces me pregunto si merece otra cosa distinta una población que legitima con sus votos esta situación, que la posibilita con sus impuestos y que la permite con su pacifismo dialogante frente a porras y decretos.

Al final, lo más revolucionario que se nos ocurre son ideas de bombero, como hacer un calendario erótico. Otra vez.
Bueno, al menos sirve para que sus parejas, y el resto del país, vean facetas de sus compañer@s de cama que seguramente desconocían hasta ese instante.

Y los gobernantes preocupados, o al menos, mucho más-turbados.


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Estos son mis principios, pero si no te gustan tengo otros.