Exceso De Mujer

Exceso De Mujer
 
Mística y guerrera, dura e inflexible, cruel si la ocasión lo requiere y, sin embargo, apasionada poetisa capaz de desgarrar el alma más insensible con sus atormentados relatos escritos con su propia sangre. Seductora, hechicera, con esa misteriosa y arrebatadora belleza salvaje capaz de embrujar al más pintado... loba solitaria, águila altiva, gata merodeando por las sombras del cementerio... así es.
 
Imposible domarla, imposible amarla, cualquier muestra de afecto rechaza como si de una grave ofensa se tratara y, como gata apaleada, de las caricias huye y araña la mano que se atreve a tocarla. En guerra contra el mundo… hasta los momentos de fundirse íntimamente en un apasionado abrazo los convierte en una lucha por la supremacía.
Su reluciente y bella armadura esconde y protege un cuerpo roto en mil batallas, una mente quebrada por duras experiencias, un alma atormentada, incomprendida.

Sólo encuentra la paz en paisajes solitarios a los que accede a lomos de su motorizada montura metálica, su fiel compañero de viaje, su amigo mejor. En bosques encantados se interna, donde serpean riachuelos que murmuran misterios que sólo ella es capaz de descifrar, como una sacerdotisa celta que conoce a la perfección los misterios del bosque... ese es su hogar. Y los cementerios... ¡qué lugar mejor para hacer el amor!

La felicidad, un sentimiento prácticamente desconocido para ella, la sorprende a ratos, cuando baja la guardia y se deja querer.
Entonces brota de su alma una risa extraña, extraña por no usarla, más parecida a un sonido inquietante que a una expresión de felicidad. Pero es felicidad, una extraña y desconocida sensación. Una mujer para amar o para odiar, nunca indiferente, inconmensurable, superlativa, un exceso de mujer.
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Si te hace reír, si hace que te sientas bien, no hay duda.