Semana Santa

Semana Santa
Hacía mucho tiempo que no venía, y no era de extrañar, ya que la última vez que estuvo no le fue bien, nada bien.
Pero pensó que después de tanto tiempo no le reconocería nadie y que podría pasear de incógnito por las calles para observar cómo habían cambiado las cosas desde su última visita... después de tanto tiempo ausente.

Por la prensa supo que la situación social había degenerado hasta límites insospechados. Na había rincón en el que no se hubiera instalado la corrupción y la bajeza moral de manera casi inexpugnable.
Vio también, sin embargo, estampas agradables, por lo que pensó que tal vez no estaba todo perdido. Vio niños riendo y jugando con sus padres, perros saltarines moviendo alegres la cola alrededor de sus dueños, grupos de amigos charlando amigablemente en las terrazas de las cafeterías, parejas de novios besándose... bueno, parecía que no estaba todo perdido.

De pronto empezó a oír un ruido ensordecedor, golpes de estacas contra el suelo, estridentes trompetas amenazadoras, tambores que hacían retumbar las casas y cantos fantasmagóricos que impregnaban las calles de una atmósfera aterradora.
Tuvo miedo, mucho miedo, pero también sintió curiosidad, así que se acercó con sigilo hacia el lugar donde parecía que estaba el origen de tan preocupantes señales, dobló la esquina y de pronto se le paró el corazón.
Allí había una horda de encapuchados portando una cruz, estacas golpeando el suelo, teas encendidas y tambores y trompetas sonando con tal ímpetu que harían temblar las piernas al más templado. ¡No, otra vez no! ¡Otra vez vienen a por mí!

Jesús salió corriendo calle abajo perdiendo las sandalias en su huida y prometiéndose a sí mismo que jamás volvería a bajar a la Tierra. 

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No te quedes en las nubes si puedes alcanzar las estrellas.