COMITE
DE EXPERTOS
Hace unos años asistí en Bilbao a una entrega de diplomas a personal relacionado con la seguridad pública y privada. Me invitaron porque como guinda a su curso de formación, les di una pequeña charla sobre equipos de vigilancia y contravigilancia.
Uno de los ponentes hizo una presentación extraordinaria que me recordó a libros oscuros y a escenarios tenebrosos.
Hablaba sobre cómo gestionar una una ciudad, una comunidad, un país.
El paso número uno era generar miedo -desde las instituciones- en los ciudadanos. El segundo paso era ofrecerles protección y bienestar a cambio de que renunciaran a parte de sus libertades personales. El resto de la charla profundizaba en los detalles.
La charla tenía un objetivo didáctico y en el salón de actos de aquel edificio público se encontraban representantes políticos y policiales. No hubo detenciones, sólo aplausos.
Yo también aplaudí mientras me decía “joder, y nadie me creía cuando decía que eso era exactamente lo que estaba sucediendo”. Incluso me levanté para felicitar al ponente por su detallada exposición del procedimiento, que conocía bien por ser uno de los asesores en estos temas de quienes gestionan la libertad de los ciudadanos.
Ya hablaba del fracaso de la democracia la escritora gallega Concepción Arenal, precursora entre otras cosas del feminismo en España. Muchas calles españolas llevan su nombre.
La democracia, con minúscula, ha fracasado estrepitosamente y sólo sirve para llenar los bolsillos de los partidos políticos y de toda esa pléyade de empresas y organizaciones variopintas que reclaman una parte del botín en forma de subvenciones a cambio de su apoyo al Sistema.
Los ciudadanos tienden a pensar que el dinero público que se reparten todas esas bandas al abrigo de su democracia sale del bolsillo de los demás, no del suyo.
Por definición, la mayoría de los ciudadanos son antisistema, ciudadanos no alineados que están fuera de cualquier esfera de reparto del botín, y su única función es mantener la infraestructura del Sistema y pagar los impuestos confiscatorios que el Estado reclama para su uso, disfrute y reparto entre sus colaboradores.
Después de comprarse todo tipo de ridiculeces de nuevos ricos, los dirigentes y los grandes empresarios del país se llevan el botín sobrante a otros países, a su particular isla de Tortuga, como han hecho siempre los piratas de todas las épocas.
El bienestar social que nos han vendido ha sido posible gracias a los créditos que el Estado ha estado pidiendo a anónimos mercaderes internacionales con cargo al futuro del país, de nuestros hijos, de nuestros nietos. Los niños ya no vienen con un pan debajo del brazo, sino con una deuda de más de 80.000 € per cápita (20.000 € si se excluye la deuda bancaria), según informa estos días la prensa.
Sus trajes, sus chalets, sus putas, su cocaína... lo han pagado hipotecando el país.
Han vendido un país que ni siquiera era suyo.
Se han ocupado de que la ciudadanía ceda al Estado el control de sus vidas a cambio de que éste les garantice cierto grado de bienestar y seguridad.
Cuando los ciudadanos protestan, ponen en marcha todo su sistema de represión y de control, argumentando que hay que renunciar a la libertad en beneficio de la seguridad, de la suya.
Hace unos años asistí en Bilbao a una entrega de diplomas a personal relacionado con la seguridad pública y privada. Me invitaron porque como guinda a su curso de formación, les di una pequeña charla sobre equipos de vigilancia y contravigilancia.
Uno de los ponentes hizo una presentación extraordinaria que me recordó a libros oscuros y a escenarios tenebrosos.
Hablaba sobre cómo gestionar una una ciudad, una comunidad, un país.
El paso número uno era generar miedo -desde las instituciones- en los ciudadanos. El segundo paso era ofrecerles protección y bienestar a cambio de que renunciaran a parte de sus libertades personales. El resto de la charla profundizaba en los detalles.
La charla tenía un objetivo didáctico y en el salón de actos de aquel edificio público se encontraban representantes políticos y policiales. No hubo detenciones, sólo aplausos.
Yo también aplaudí mientras me decía “joder, y nadie me creía cuando decía que eso era exactamente lo que estaba sucediendo”. Incluso me levanté para felicitar al ponente por su detallada exposición del procedimiento, que conocía bien por ser uno de los asesores en estos temas de quienes gestionan la libertad de los ciudadanos.
Ya hablaba del fracaso de la democracia la escritora gallega Concepción Arenal, precursora entre otras cosas del feminismo en España. Muchas calles españolas llevan su nombre.
La democracia, con minúscula, ha fracasado estrepitosamente y sólo sirve para llenar los bolsillos de los partidos políticos y de toda esa pléyade de empresas y organizaciones variopintas que reclaman una parte del botín en forma de subvenciones a cambio de su apoyo al Sistema.
Los ciudadanos tienden a pensar que el dinero público que se reparten todas esas bandas al abrigo de su democracia sale del bolsillo de los demás, no del suyo.
Por definición, la mayoría de los ciudadanos son antisistema, ciudadanos no alineados que están fuera de cualquier esfera de reparto del botín, y su única función es mantener la infraestructura del Sistema y pagar los impuestos confiscatorios que el Estado reclama para su uso, disfrute y reparto entre sus colaboradores.
Después de comprarse todo tipo de ridiculeces de nuevos ricos, los dirigentes y los grandes empresarios del país se llevan el botín sobrante a otros países, a su particular isla de Tortuga, como han hecho siempre los piratas de todas las épocas.
El bienestar social que nos han vendido ha sido posible gracias a los créditos que el Estado ha estado pidiendo a anónimos mercaderes internacionales con cargo al futuro del país, de nuestros hijos, de nuestros nietos. Los niños ya no vienen con un pan debajo del brazo, sino con una deuda de más de 80.000 € per cápita (20.000 € si se excluye la deuda bancaria), según informa estos días la prensa.
Sus trajes, sus chalets, sus putas, su cocaína... lo han pagado hipotecando el país.
Han vendido un país que ni siquiera era suyo.
Se han ocupado de que la ciudadanía ceda al Estado el control de sus vidas a cambio de que éste les garantice cierto grado de bienestar y seguridad.
Cuando los ciudadanos protestan, ponen en marcha todo su sistema de represión y de control, argumentando que hay que renunciar a la libertad en beneficio de la seguridad, de la suya.
Quien
renuncia a su libertad en aras de la seguridad, ni tiene, ni merece,
ni libertad ni seguridad.
Ni las pensiones están ya garantizadas. Durante toda tu vida has cotizado hasta el 40% de tu sueldo a la Seguridad Social, pero no te dieron un contrato que te garantizara que ese dinero que te han estado quitando te iba a servir para asegurar tu supervivencia cuando ya no pudieras valerte por tus medios.
Una estafa en toda regla, que de todas formas no habrías podido evitar porque no eres dueño de nada de lo que tienes. Hasta se han adueñado de tu intimidad y se arrogan el derecho a espiar tu correspondencia y tu vida privada con el argumento de que así garantizan tu seguridad.
Qué bonito es Google, Microsoft, Facebook... Ahora quieren incluso que pongas voluntariamente toda tu información en “la nube”, que hasta el nombre les ha quedado bonito.
Nada que comentar sobre la eliminación de centenares de líneas de ferrocarril, que dejan sin comunicaciones a las poblaciones que más lo necesitan sólo porque no son rentables, mientras se inauguran líneas de AVE a bombo y platillo para hacerse la foto, una foto de familia en la que aparecen muchos imputados en delitos contra los ciudadanos y contra el país. El AVE está bien, aunque sólo sea porque hace bonito, pero además de, no en vez de.
Ahora está de moda pedir la colaboración de “comités de expertos” para dar malas noticias sin que el Estado tenga que manchar más su imagen. Ni que decir tiene que esos comités de expertos ya tiene sobre la mesa cuáles tienen que ser sus conclusiones, antes incluso de que se designe quiénes van a formar parte de ese grupo de agoreros.
Este país necesita una nueva forma de gobierno, un “Comité de Expertos Independientes”, gente competente que no esté manchada por la actividad política, gente que esté fuera del Sistema, gente que no diga que precipitarse al vacío es un "crecimiento negativo", gente que no diga que "hay que trabajar más y cobrar menos", mientras ellos se llevan nuestro dinero a sus islas Tortuga o sus islas Caimán, que de fondos de reptiles va la cosa.
Y de momento, suspender pagos a elementos extranjeros y recuperar el dinero saqueado al país por todo este entramado “democrático”.
----------------------
Las multas son los impuestos de los malos. Los impuestos son las multas de los buenos.
Ni las pensiones están ya garantizadas. Durante toda tu vida has cotizado hasta el 40% de tu sueldo a la Seguridad Social, pero no te dieron un contrato que te garantizara que ese dinero que te han estado quitando te iba a servir para asegurar tu supervivencia cuando ya no pudieras valerte por tus medios.
Una estafa en toda regla, que de todas formas no habrías podido evitar porque no eres dueño de nada de lo que tienes. Hasta se han adueñado de tu intimidad y se arrogan el derecho a espiar tu correspondencia y tu vida privada con el argumento de que así garantizan tu seguridad.
Qué bonito es Google, Microsoft, Facebook... Ahora quieren incluso que pongas voluntariamente toda tu información en “la nube”, que hasta el nombre les ha quedado bonito.
Nada que comentar sobre la eliminación de centenares de líneas de ferrocarril, que dejan sin comunicaciones a las poblaciones que más lo necesitan sólo porque no son rentables, mientras se inauguran líneas de AVE a bombo y platillo para hacerse la foto, una foto de familia en la que aparecen muchos imputados en delitos contra los ciudadanos y contra el país. El AVE está bien, aunque sólo sea porque hace bonito, pero además de, no en vez de.
Ahora está de moda pedir la colaboración de “comités de expertos” para dar malas noticias sin que el Estado tenga que manchar más su imagen. Ni que decir tiene que esos comités de expertos ya tiene sobre la mesa cuáles tienen que ser sus conclusiones, antes incluso de que se designe quiénes van a formar parte de ese grupo de agoreros.
Este país necesita una nueva forma de gobierno, un “Comité de Expertos Independientes”, gente competente que no esté manchada por la actividad política, gente que esté fuera del Sistema, gente que no diga que precipitarse al vacío es un "crecimiento negativo", gente que no diga que "hay que trabajar más y cobrar menos", mientras ellos se llevan nuestro dinero a sus islas Tortuga o sus islas Caimán, que de fondos de reptiles va la cosa.
Y de momento, suspender pagos a elementos extranjeros y recuperar el dinero saqueado al país por todo este entramado “democrático”.
----------------------
Las multas son los impuestos de los malos. Los impuestos son las multas de los buenos.