CAFE
PLATA
Siendo adolescente unos amigotes mayores me llevaron al café cantante El Plata, un cabaret situado en el casco antiguo de Zaragoza, zona conocida como “El Tubo”.
Franco había muerto hacía poco y acudir a aquel tugurio me intranquilizaba porque corría el rumor de que aquella noche iría la policía a cerrar el local y detener a los asistentes: en los carteles publicitarios se anunciaba el desnudo integral de una de las artistas.
Yo había visto con anterioridad algún cuerpo femenino desnudo, pero entonces teníamos unos 10 años (relaciones precoces que pagué al año siguiente estudiando en un seminario), pero esto prometía ser distinto, con mujeres adultas, mujeres de verdad con todo lo que hay que tener, con música, nocturnidad y el convencimiento de que no era una golfería, sino un acto revolucionario contra la dictadura. Todo vale para armarse de valor y justificar una experiencia reservada sólo para adultos.
Cantantes con la estética de entonces amenizaban la noche y calentaban el ambiente con canciones picantes, pero el público se impacientaba porque quería llegar directamente al clímax de la actuación sin teloneras.
Un grupo de gente en plena inspiración etílica empezó a gritar “no tiene tetas, no tiene tetas...”, lo que provocó el enfado de la artista, que hizo mutis por el foro.
Entonces otro grupo comenzó a gritar “sí tiene tetas, sí tiene tetas...”.
La cantante salió de nuevo tras las pesadas cortinas impregnadas de aromas de alcohol y tabaco y nos regaló una estupenda visión de sus atributos, que efectivamente sí tenía, lo que arrancó el aplauso entusiasmado de todo el aforo.
Se cazan más moscas con una gota de miel que con un tonel de vinagre.
Siendo adolescente unos amigotes mayores me llevaron al café cantante El Plata, un cabaret situado en el casco antiguo de Zaragoza, zona conocida como “El Tubo”.
Franco había muerto hacía poco y acudir a aquel tugurio me intranquilizaba porque corría el rumor de que aquella noche iría la policía a cerrar el local y detener a los asistentes: en los carteles publicitarios se anunciaba el desnudo integral de una de las artistas.
Yo había visto con anterioridad algún cuerpo femenino desnudo, pero entonces teníamos unos 10 años (relaciones precoces que pagué al año siguiente estudiando en un seminario), pero esto prometía ser distinto, con mujeres adultas, mujeres de verdad con todo lo que hay que tener, con música, nocturnidad y el convencimiento de que no era una golfería, sino un acto revolucionario contra la dictadura. Todo vale para armarse de valor y justificar una experiencia reservada sólo para adultos.
Cantantes con la estética de entonces amenizaban la noche y calentaban el ambiente con canciones picantes, pero el público se impacientaba porque quería llegar directamente al clímax de la actuación sin teloneras.
Un grupo de gente en plena inspiración etílica empezó a gritar “no tiene tetas, no tiene tetas...”, lo que provocó el enfado de la artista, que hizo mutis por el foro.
Entonces otro grupo comenzó a gritar “sí tiene tetas, sí tiene tetas...”.
La cantante salió de nuevo tras las pesadas cortinas impregnadas de aromas de alcohol y tabaco y nos regaló una estupenda visión de sus atributos, que efectivamente sí tenía, lo que arrancó el aplauso entusiasmado de todo el aforo.
Se cazan más moscas con una gota de miel que con un tonel de vinagre.
Yo miraba con discreción en todas direcciones temiendo que entrara la policía en cualquier momento, al tiempo que trataba de disimular mi excitación porque estaba a punto de asistir a una experiencia intelectual histórica en mi vida.
Y por fin llegó, como una gran vedette, madura, espléndida, desenfadada, con todo en su sitio, sin vergüenza, sin nada de vergüenza, dominando la situación y manejando al público con maestría.
El Plata nació en el año 1920 y aunque ha sufrido algunas reformas, sigue manteniendo su esencia transgresora.
Larga vida al Plata.
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Quienes
están de vuelta de todo es porque no han ido a ninguna parte.