Buleros y Corsarios
He oído decir en la radio, una emisora de las de rancio abolengo, que "hay periodistas a los que habría que echar de los medios de comunicación". Esto ya lo hemos visto en las épocas más oscuras de la Historia. Por lo visto, no habían hablado bien del comportamiento de algunos políticos, con motivo de la DANA de Valencia, y los de la emisora estaban muy enfadados, como buenos y fieles lacayos de sus amos.
Adalides de la verdad, se arrogan la autoridad moral para atacar cualquier opinión que no coincida con las que les han dictado sus dueños, y se mueven con total impunidad por el mar de la información como intocables corsarios paniaguados. Su engreimiento es tal, que hasta crean tribunales mediáticos para vigilar y neutralizar las informaciones suministradas por los ciudadanos, o por naves de distinto mercar.
Quienes manejan la economía, y por tanto la política, con dinero de todos subvencionan medios de comunicación afines, en los que se perpetran programas de corte humorístico donde se ridiculizan las cosas serias de la vida. Esos programas están dirigidos por zafios bufones que, desde su burladero mediático, atentan contra la esencia del ser humano, promoviendo la degradación social como el nuevo Sancta Sanctorum de la libertad. "Con un poco de azúcar, esa píldora que os dan, la píldora que os dan, pasará mejor. Si hay un poco de azúcar, esa píldora que os dan satisfechos tomaréis", decían en la película Mary Poppins.
A los disidentes les disparan calificativos como buleros, alarmistas, negacionistas, terraplanistas, antivacunas, homófobos, xenófobos, machistas, conspiranoicos, antisistema... todo junto, todo vale para ridiculizar cualquier información que no sea la oficial. Nada que ver con ellos, correveidiles, que se presentan como la quintaesencia de la libertad, diversitarios, igualitarios, identitarios, ...arios... y, sobre todo, dueños absolutos de la verdad.
Y es que la información ya no está sólo en manos del Poder, un arma de destrucción masiva contra la población, que los civiles tratan de combatir con recursos caseros. Ahora cualquier ciudadano puede informar con la ayuda de su smartphone y las redes sociales de lo que ve, y no de lo que le dicen los panfletos oficiales, y eso les altera y les pone nerviosos.
Puede que la información suministrada por los ciudadanos de a pie no tenga una visión holística, y hasta puede que en algunos casos no sea del todo cierta... pero es que en el caso de la oficialidad sabes positivamente (se lo han currado mucho) que lo que dicen no es verdad.
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“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”. Albert Camus.