Tu Nombre

Tu Nombre

Se me cae tu nombre de la boca, no importa con quién, no importa el momento, no importa el lugar. Se me cae tu nombre de la boca y no lo puedo remediar.
Dices que conmigo aprendiste a ser mujer, mas yo te digo que aprendí a ser hombre contigo. Se me cae tu nombre de la boca y no lo puedo remediar.

Cuando la razón cede el trono a la pasión y decir “te quiero” se queda pequeño, se inicia un camino inquietante, incontrolado, perverso, un camino de misteriosa belleza, desconocido, siempre nuevo. Desconocido porque quien ya ha estado no lo quiere o no lo puede contar, y nuevo porque nunca es igual, siempre sorprende, y cada sensación supera la anterior.

La cotidianidad anodina cede entonces el paso a la excelencia de la pasión desmedida, pasión del cuerpo, pasión del corazón, pasión del alma. Lo que era inquietud se convierte en placer, y el temor se transmuta en poesía, auténtica poesía llena de fuerza que retumba al ritmo de los latidos del corazón.

De regreso a la razón la vida ya no será igual y todo tendrá una importancia relativa. Los problemas mundanos pierden relevancia, y las preocupaciones de la gente provocan en el iniciado una sonrisa condescendiente, moviéndose entre ellos con una perturbadora tranquilidad, con el halo de quien ha conocido un secreto a pocos revelado.
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No me gusta el café descafeinado, ni el champán sin burbujas, ni el vino de bar.