Bonita como una sonrisa, elegante como un perdón, íntima como una confidencia, discreta como una secreta pasión. Así es ella, un alma blanca con la inocencia justa para mantenerse limpia soslayando cualquier turbia tentación. Una discreta belleza sensual, que la belleza, para serlo, debe ser discreta, y no abrupta, debe invitar, y no abrumar.
No sabe que es cisne, no sabe que es bella, no sabe que es buena, no sabe que es genial, rodeada de gente, pero sola, porque la compañía se tiene en el alma y no en la piel. Triste, lánguida también, no es de ahora, su hermosa sonrisa oculta una histórica tristeza, tal vez tristeza de amor, tal vez tristeza existencial, tal vez... ¡quién sabe por qué!
Hoy levanta el vuelo, valiente y solitaria, hoy cruza los cielos en busca de su lago de cisnes, que de charcos de patos harta está ya. ¡Alza el vuelo, cisne blanco, que el cielo está azul, nubes blancas te sonríen y tu lago esperándote está!
Nada tan bello como una sonrisa de mujer.
