Estafa Igualitaria

Estafa Igualitaria
Ellos eran un matrimonio moderno con una gran conciencia igualitaria, un matrimonio moderno con una gran conciencia social. Ella hacía unos pocos días que había dado a luz una preciosa niña y todavía tenía frescos los puntos de la entrepierna, fruto del parto, pero fue su esposo quien cogió la baja paternal para cuidar de su hija, ya que ella tenía que ir a trabajar para sentirse realizada como persona. Es por todos sabido que atender a los hijos y atender la casa ha sido siempre una injusta carga que siempre recaía sobre las mujeres. Pero ellos eran un matrimonio moderno con una alta formación igualitaria y social.

Por la mañana ella salía de casa hecha un pincel y al terminar el día regresaba... distinta, cansada, de mal humor, con los pies doloridos y sin ganas de nada. De nada. Pero realizada como persona.
Él se sentía culpable porque disfrutaba cada minuto de esa hija que esperaron con tanta ilusión, disfrutaba de su bonita casa que con tanto esfuerzo habían comprado entre los dos, mientras que su esposa tenía que ir a trabajar cada día para sentirse realizada, como decían machaconamente los medios de comunicación.

Él no tenía tan claro que cuidar a un hijo fuera una desgracia, una carga, un desagradable trabajo que había que repartir, como si se tratara de bajar la basura o de hacer las compras de la semana. No entendía que atender la casa que habían comprado con tanta ilusión y con tanto esfuerzo, fuera un trabajo denigrante que había que repartir entre los dos para que la relación fuera justa e igualitaria. Pero eran un matrimonio moderno con una gran conciencia social.

Antes, no hace tanto, una familia vivía con el sueldo de uno de los cónyuges, pero desde que se implantó en la mente de la gente la expresión “sentirse realizado”, hace falta que trabajen los dos miembros del matrimonio para conseguir malvivir. Sospechaba que tanta propaganda en ese sentido parecía más una estafa social, y no un logro de la sociedad, como trataban de venderles a través de la televisión.
Incluso estaba pensando en pedir dos años de excedencia en su trabajo, una vez terminado el permiso paternal, para no perderse los primeros años de vida de su preciosa hija. Madrugar todos los días para ir a su trabajo de mierda y aguantar al impresentable de su jefe no era lo que más ilusión le hacía, y prefería con diferencia disfrutar de su bonita casa y de su preciosa hija.

Enarbolando la bandera de la liberación, han conseguido extender la idea de que atender a tus hijos, atender tu casa, sea un trabajo denigrante, y sin embargo tener que trabajar los dos para conseguir lo que antes conseguía uno solo, sea un avance social.

 No entendía por qué su esposa prefería ir a trabajar para sentirse realizada... al fin y al cabo por la mañana trabajaba en una guardería cuidando niños ajenos y por la tarde trabajaba limpiando oficinas, ajenas también.
A él no le parecía justo... pero si ella estaba a gusto con el cambio, él lo estaba mucho más.

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Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras.