Virgen Del Mar
Es ya la hora de zarpar y ella contempla, envuelta en su impresionante melena de fuego, a una distancia entre la lejanía y el desgarro, el siempre angustioso momento de la despedida. Intuye que tal vez sea una despedida definitiva, siempre pasa lo mismo, han pasado juntos unos días irrepetibles y han desaprovechado ocasiones únicas sin darse cuenta de que un beso que no se da es un beso perdido, una travesura que no se hace es un momento que nunca volverá. Y mientras el navío inicia las maniobras de desamarre, ella recuerda el nombre de aquellas dos cafeterías en las que se cogieron las manos con dulzura, una de nombre Carpe Diem y otra cuya gracia era Tempus Fugit. El tiempo pasa deprisa y hay que aprovechar el momento cuando se presenta. Pero tal vez ya era tarde… tal vez.
Bajo una imponente estatua de la Virgen del Mar, él trató de despojarla de su prenda más íntima para llevársela como recuerdo… la Virgen todavía está llorando porque a la mujer del pelo de fuego no le pareció ni el momento ni el lugar adecuado para una travesura así… Lo cierto es que la Virgen, curada ya de espanto ante la visión del mundo en el que vivimos, habría estado encantada de ver a una pareja de enamorados adultos comportándose como auténticos adolescentes en un picante juego amoroso.
Y ahí está ella, con ese vestido ajustado marcando su figura como una segunda piel… ¡cómo le habría gustado a él ser el forro de su vestido y envolver su cuerpo tembloroso mientras le diría al oído “no llores, cielo, pronto volveré”!
Entre orgulloso y roto por la marcha, él nota a sus espaldas la envidia amable de sus compañeros de viaje. Zarpar siempre es duro, pero cuando una mujer así te despide en el puerto, el dolor es inimaginable. Dice la canción "...los marineros se vuelven locos, y hasta el piloto pierde el compás..." Esa noche él tendrá, y seguramente sus compañeros también, sueños intensos con ella... no le importa, él la quiere, ella le quiere… que disfruten en su imaginación de unos momentos que sólo él vivirá de verdad, porque ella es sólo de él y él es sólo de ella.
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Carpe diem, tempus fugit.