PERDER EL NORTE
El Norte es una referencia, no un destino. Saber dónde está el Norte permite aventurarse en la rosa de los vientos sin perderse y explorar nuevos horizontes con garantías de encontrar el camino de vuelta si así se desea.
Es cierto que también hay fundamentalistas que creen conocer el Norte de todos los nortes y encaminan toda su vida hacia ese destino, pero esa es otra opción.
El Norte es una referencia, no un destino. Saber dónde está el Norte permite aventurarse en la rosa de los vientos sin perderse y explorar nuevos horizontes con garantías de encontrar el camino de vuelta si así se desea.
Es cierto que también hay fundamentalistas que creen conocer el Norte de todos los nortes y encaminan toda su vida hacia ese destino, pero esa es otra opción.
También los hay que se enredan en discusiones bizantinas debatiendo sobre cuál es el Norte correcto que debe guiar la vida de la humanidad, y entretenidos en tan filosóficas reflexiones terminan por no ir nunca a ninguna parte.
Hay un Norte geográfico, cerebral, matemático y preciso, que guía misiles y grandes naves aéreas y marinas, y hay un Norte magnético, pasional y romántico, que servía de guía a los antiguos exploradores, piratas y aventureros del mar.
Hay un Norte geográfico, cerebral, matemático y preciso, que guía misiles y grandes naves aéreas y marinas, y hay un Norte magnético, pasional y romántico, que servía de guía a los antiguos exploradores, piratas y aventureros del mar.
Lo importante es tener un norte, o un sur, que sirva de punto de referencia para navegar por el proceloso mar de la vida y no embarrancar sin remedio en islas de cíclopes y sirenas.
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Me gusta todo de ti, pero tú no (Serrat).