Mi Lucha

MI LUCHA
Mein Kampf es un ensayo autobiográfico escrito por Adolf Hitler mientras estuvo en prisión por un intento de golpe de estado en Munich, antes de ser elegido democráticamente presidente de Alemania allá por el año 1933.

Durante los años del régimen nazi fue el libro más vendido, después de la Biblia.
La impresión y venta de este libro que defendía la conquista de Europa para la raza aria, está prohibida en Alemania y no puede encontrarse en las librerías.

Está muy bien ese gesto de Alemania para desvincularse de una persona que en su día fue idolatrada, admirada y amada con locura por la inmensa mayoría de los alemanes.
Sin embargo, prohibir un libro, sea del tipo que sea (hoy 3 de mayo es el día mundial de la libertad de prensa), es tan zafio y peligroso que hace saltar todas las alarmas. Otra vez.
Me trae a la memoria  la película “Fahrenheit 451”, que hace referencia a la temperatura a la que arde el papel.

Adolf Hitler fue una persona de formación limitada, sexualidad ambigua y neuronas inestables. Antes que presidente de Alemania, fue pintor de paredes y esotérico obsesionado por conseguir el poder de la lanza de Longino, el soldado romano que atravesó con su lanza el costado de Jesús cuando estaba crucificado.
Cuesta trabajo creer que un solo individuo, que personalmente no mató a nadie en toda su vida, pusiera en peligro al mundo durante 6 años y fuera el único responsable de la muerte de más de 17 millones de personas.

Alemania ha organizado dos guerras mundiales con el objetivo de adueñarse de Europa, hoy hundida de nuevo en la miseria bajo su bota, y sigue dictando normas y recortes sociales de obligado cumplimiento, mientras ellos tienen una economía boyante y un paro casi anecdótico.

En España se ha reeditado el muro de Berlín con la anulación temporal de la ley Schengen, limitando la libre circulación de ciudadanos comunitarios con el único objetivo de proteger la reunión en Barcelona del Banco Central Europeo, el cuarto Reich (imperio) que sojuzga ahora a la vieja Europa.


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Cuanto menos se comprende una cosa, más se cree en ella.