Confianza
Es la confianza como una tarjeta de crédito, una especie de aval que se da por anticipado en la seguridad de que se va a devolver íntegra, incluso con intereses.
A veces esa confianza se ve defraudada, pero luego se restituye utilizando distintos argumentos, a veces son argumentos racionales, otras veces son recursos emocionales, pero el caso es que se puede restituir el crédito una y otra vez sin mayores problemas. Esto puede llegar a dar la sensación de que en realidad no es necesario generar confianza para obtener un nuevo crédito e ir empalmando uno con otro recurriendo a las mismas incumplidas pero eficaces promesas de siempre.
Cuando esa confianza se defrauda una y otra vez, llega un momento en que no hay argumentos suficientes capaces de restituir el crédito, ya que la deuda se ha ido incrementando con cada incumplimiento, y no hay ya argumentos capaces de convencer o ablandar los recelos tantas veces confirmados.
Es entonces cuando se cambia la tarjeta de crédito por otra de débito. Pero la deuda es ya grande y no hay saldo ni siquiera para operar a débito, por lo que se entra en una espiral que siempre, tarde o temprano, acaba en desahucio.
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No hay silencio más elocuente que el que surge de una decepción.