"Once
upon a time there was"… Esta es la historia de un atractivo doncel sin
oficio ni beneficio, pero bello y encantador como ninguno. No
necesitaba más. Paseando por el bosque se encontró con una bonita
casita vacía y decidió hacer de okupa, actividad de moda en aquella
época, ya que no quería seguir viviendo en la casa de sus padres
por ser la suya una familia desestructurada, algo también habitual
en aquella época.
Al
llegar la noche aparecieron cantando las dueñas de la casita, que se
alarmaron mucho al ver todas las cosas cambiadas de sitio, y pensaron
que tal vez alguien había entrado a robar, o peor aún, que alguien
había ocupado su casa al ver que estaba vacía.
Las
dueñas de la casita eran siete mujeres… ¡pero había que verlas!
Eran enanas, feas, sucias… no había por dónde
cogerlas. ¡Y encima, después de trabajar de sol a sol en el trabajo
más duro y desagradable del mundo, tenían la desfachatez de volver
a su casita cantando alegremente en la noche, con siete picos por banda, emulando a Espronceda en su “Canción del pirata”.
El
doncel pensó que tenía que tomar cartas en el asunto, ya que él no
podía vivir en aquellas condiciones. Entonces decidió tomar el
mando de la casa que había ocupado, y les fue diciendo a cada una de
aquellas mujercitas cómo tenían que vestirse, asearse,
comportarse… hasta que consiguió hacer de ellas algo medianamente
aceptable para su vista.
Eso
sí, cada mañana las enviaba de nuevo a trabajar a la mina de sol a
sol, mientras él se quedaba en la casita preparándose un delicioso café, después de lo cual salía al jardín para disfrutar de las
florecitas, los pajaritos… Era la vida que todo el mundo deseaba,
la gente le envidiaba y algunos hasta le tenían mala querencia por ello. ¡Hay
que ver cuántas puertas abre eso de ser bello y encantador!
Esta
es la historia de Blancanitos y las siete enanieves, como las
llamaban los del pueblo irónicamente, ya que ellas volvían a casa
negras como tizones después de estar todo el día "arrancando negro carbón allá en la mina" como el abuelo Víctor.
Al
final, acertó a pasar por allí una tía buenísima con un deportivo
rojo, y el bello doncel abandonó a las siete mujeres a las que había
enamorado con sus encantos, fugándose con la bella dama en su metálico corcel.
Y
colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Por sus obras les conoceréis.
