Amor Y Lealtad
Dejar Marchar
Es
una operación sin importancia, pero aún así requiere anestesia
general y un par de días de ingreso en el hospital. Todavía es una
niña y no entiende que su padre la entregue a los brazos de esa
enfermera que aparece tras las puertas abatibles, que dejan entrever
durante un instante un mundo inhóspito y aséptico, gente con bata y
mascarilla y fríos muebles de acero y cristal. Ese instante en el
que él se la entrega a la enfermera, que tira de la niña mientras
ella extiende los brazos pidiéndole a su padre por favor que no la
suelte…
Tan
doloroso es marchar como dejar marchar, pero a veces es necesario
aunque no siempre resulte sencillo de explicar. En el momento de
soltar amarras quieres prolongar indefinidamente los últimos
instantes, no quieres cerrar las puertas, a lo sumo dejarlas
entreabiertas. Puertas entreabiertas que sólo abran desde dentro por
si algún día te arrepientes… hay quien lo acepta con resignación,
también quien lo acepta sin poder soportar la angustia que atenaza
la garganta, y hasta quien intenta abrirlas de nuevo, a patadas si
hace falta.
Marchar
o dejar marchar siempre es doloroso, necesario a veces, traumático
las más. Guardas los recuerdos bonitos en la caja fuerte de tu
corazón… quizá nunca más la vuelvas a abrir, pero tú
sabes que están ahí.
Rubia O Tostada
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En el camino hay que dejar huellas, no cicatrices.
Lo Cortés Y Lo Valiente
Es angustioso tener en el patio del colegio un matón que nunca sabes si te elegirá a ti por capricho para demostrar que es el gallo del corral.
Eso le ocurrió a mi hija hace ya unos lustros, cuando al gallito del corral se le ocurrió que era buena idea tratarla a empujones.
Ella, de armas tomar, no dudó en darle su merecido al matonzuelo, que salió del lance sin plumas y cacareando.
La profesora, que no era la más lista del colegio, nos llamó a los padres a consultas para notificarnos el comportamiento violento de nuestra hija, quien nos comunicó el recado llena de preocupación.
-No te preocupes, la próxima vez que ese niño se meta contigo ponle todos los dientes en rompan filas, aunque luego tengamos que pagarle nosotros la ortodoncia.
-Entonces, ¿no me vas a reñir?
-Cuando vayamos donde la profesora yo te reñiré -poquito- porque un padre debe hacer esas cosas, pero tú sabrás que es de mentira, y que la próxima vez, si la hay, debes dejarle claro que a una chica no se le pega, por muy machito que se crea el mozalbete.
Y así lo hicimos, la profa mostrándonos su preocupación por el comportamiento de nuestra hija, yo con cara de circunstancias reprendiendo a mi niña, y ella fingiendo que estaba dolida y arrepentida. Cada uno en su papel, que lo cortés no quita lo valiente.
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Que cada uno barra su parcela.