Prensa

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Un martini, con el sonido de los hielos percutiendo la pared interior del vaso como campanas de paz, revuelto, no agitado, que diría James Bond, en la terraza, bajo la sombrilla, con la música que te gusta saliendo del salón de tu casa y leyendo un periódico con olor a tinta nueva. Una bonita mañana de domingo soleado.

No es lo mismo tomarse el martini en el bar, donde los hielos puede que hayan estado en otro vaso antes que en el tuyo, y aunque puedes leer gratis el periódico que hay en la esquina, lo han leído ya otras personas antes que tú, está mal doblado, con el crucigrama a medio hacer, alguna que otra mancha de grasa y la portada marcada con los círculos que los vasos de los clientes han ido dejando sobre la barra del bar mientras ojeaban sólo los titulares grandes, que no es lugar para detalles.
...Y la tinta, que ya no huele a nueva.

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Si vais a reinas, moriréis virgen.