Me
gusta la playa cuando llueve, solo, andando descalzo sobre el borde
espumoso de la mar, la ropa mojada pegada a la piel, el pelo empapado
hasta desbordar, la cara perlada de gotas de lluvia mirando
desafiante al viento, y mis pasos dejando en la
arena fresca huellas profundas. Dicen que no importa cuántos pasos has dado, sino
cuántas huellas has dejado, y al mirar atrás veo mis huellas
desaparecer… y eso que eran profundas, imborrables, eternas.
Soy consciente en ese momento de quién soy, de lo efímero que soy, de lo poco que importa lo que fui, ni cuántas huellas dejé, porque ya no están, ni estarán. Dibujo al andar huellas nuevas que se vuelven a borrar apenas echo la vista atrás. Sólo las huellas que todavía no he dejado no se pueden borrar, y cuando desaparezcan haré más, muchas más, una detrás de otra, sin parar, porque si dejas de andar no quedarán huellas que contar, no quedará rastro de que un día estuviste allí, caminando solo y descalzo sobre el borde espumoso de la mar.
Soy consciente en ese momento de quién soy, de lo efímero que soy, de lo poco que importa lo que fui, ni cuántas huellas dejé, porque ya no están, ni estarán. Dibujo al andar huellas nuevas que se vuelven a borrar apenas echo la vista atrás. Sólo las huellas que todavía no he dejado no se pueden borrar, y cuando desaparezcan haré más, muchas más, una detrás de otra, sin parar, porque si dejas de andar no quedarán huellas que contar, no quedará rastro de que un día estuviste allí, caminando solo y descalzo sobre el borde espumoso de la mar.
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Movimientos lentos y hablar pausado denotan distinción.
Movimientos lentos y hablar pausado denotan distinción.