Hay Amores

Hay Amores
 
Hay amores de la infancia, nobles, grandes, imposibles. No crees que la edad sea un obstáculo, pero lo es. Cuando tienes nueve años y ella treinta, lo es. Tal vez con el tiempo...
Hay amores juveniles, inquietos, incluso violentos si tienes que defenderlos de intrusos. Ya te ves sobre la roca, victorioso, espada en alto y su cabeza apoyada en tu pecho jadeante y sudoroso.
Hay amores realistas, hipotecados, familiares, de cumpleaños, de fiestas navideñas, de cuñadas, de malentendidos, de gastos escolares, rutinarios.
Hay amores imposibles, silenciosos, secretos, que habitan en el interior de tu mente y crecen ocultos en el hogar de tu corazón.
Hay amores pasajeros, que llegan, besan y se van sin dejar huella.
Hay amores cómplices, que incluso perdidos entre la multitud de un evento social son capaces de fundirse en un íntimo abrazo sólo con mirarse.
Hay amores prohibidos que te alteran la agenda y el ritmo del corazón.
Hay amores dolorosos, que pudieron ser y no fueron, que fueron y se perdieron, que se perdieron y se olvidaron. ¡Y eso que eran para siempre!
Hay amores sabios, maduros, que huyen de lo convencional, saben lo que quieren y prescinden de lo superfluo. Los años sirven para aprender.
Hay amores apasionados inspirados en el infierno, cuya llama muestra siempre colores nuevos y matices desconocidos. No tienes la menor intención de salir de allí.
Y hay amores eternos, inacabados, siempre abiertos. No apuras la taza para que dure siempre, y la envuelves con tus manos para que permanezca caliente.
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Pruébate mis labios, creo que son de tu talla.