Una De Bragas
Hay
quien aprovecha el viaje en metro de cada mañana para jugar con el
móvil, enviar whatsapps o revisar sus emails, que esto de los
smartphones da mucho juego. También hay cada vez más gente que
aprovecha el viaje para leer libros en sus ebooks, o incluso en
entrañable papel. Si llegas pronto, puedes leer el periódico
gratuito que dan en la entrada de las estaciones, que es una buena
manera de acompañar estos viajes matutinos. Hasta hay quien
aprovecha para dormitar y evitar así intercambiar incómodas miradas
con el resto de pasajeros.
Ha
entrado un grupo de cuatro mujeres rompiendo el recogido silencio del
metro. Venían hablando de ictus, tan extendido últimamente (¡qué
habrán echado esta vez al agua!), pero una de ellas enseguida ha
mostrado su desagrado por el tema, así que la más animada ha bromeado
diciendo que si prefería hablar acaso de lencería fina.
A
mí también me parecía un tema más interesante para acompañar el
viaje, así que mientras disimulaba haciendo que leía el periódico
gratuito, he sabido que a partir de cierta edad ellas ya no se
esmeran tanto con la lencería.
Del
tanga ni hablar, y las bragas normales están por lo visto cada vez
más en desuso. Una de ellas acabada de comprarse una combinación,
otra decía que iba a comprarse una braga-faja, que ya le iba
haciendo falta, otra hablaba de bragas de cuello vuelto, jaja, y la
cuarta ha mencionado algo de bragas con ballenas, jaja.
También
he sabido que a partir de los cuarentaytantos les entran sofocos y
hasta se les reseca la piel. ¿Se reseca la piel? pregunta una de
ellas, a lo que la más experta responde “la piel y otras zonas
también, jaja”.
Llega
mi estación ¡cachis!, aunque por otro lado casi me alegro. No sé
yo si necesito tanta información. Creo que prefiero imaginarlas de
otra manera, aunque
sea mentira. El homo erectus siempre pensando en lo único.
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Excusatio
non petita, accusatio manifesta.