LLAMARADAS
OLIMPICAS
Hitler
tuvo
por primera vez la idea de llevar la antorcha olímpica desde Grecia
hasta Alemania para la celebración de los Juegos Olímpicos.
Quiso llevarse
el fuego de los dioses helenos hasta
la
nueva capital del mundo, y
ese era sin duda un gesto que todo el planeta
vería, utilizando como escaparate la celebración de los Juegos
Olímpicos de Berlín en 1936.
Hitler
pretendía demostrar allí
la superioridad de la
raza aria.
Aunque
se le prohibió su participación en tres Olimpíadas (1920, 1924 y
1948) por su implicación en las dos Guerras Mundiales, Alemania
es
el segundo país con más medallas olímpicas, después de Estados
Unidos.
A
partir de ese momento todos los países del mundo adoptaron la idea,
y desde entonces se lleva encendida la llama olímpica desde Grecia
hasta el país en el que se celebran los Juegos Olímpicos.
Hitler
fue también pionero en
otras muchas cosas, como
el uso de aviones
a reacción,
misiles
de largo alcance,
o
el desarrollo de la bomba atómica, aunque la fuga de sus científicos
hacia Estados Unidos hizo que éstos desarrollaran antes las primeras
bombas nucleares y
todo su posterior programa armamentístico
y
espacial.
Y fue también el primero en
la sociedad moderna
en el uso de las llamadas Ciencias Ocultas como
método
para ganar
la guerra.
Muchos
de los dirigentes nazis eran fieles practicantes del ocultismo y
organizaron varias
expediciones a distintos
centros
espirituales del planeta
en
busca de los orígenes de la raza aria. Pretendían
con ello recuperar los poderes del Superhombre del que pensaban que
procedían, que habían perdido por mezclarse con otras razas
inferiores.
A
partir de la
segunda mitad de la guerra
las
cosas no iban como los nazis esperaban,
así
que comenzaron una frenética carrera por desarrollar increíbles
armas secretas, que todavía siguen investigando los científicos
actuales.
Las
prácticas ocultistas tuvieron tanta relevancia como
el desarrollo de las llamadas armas maravillosas de Hitler. De hecho,
ambas ciencias estaban íntimamente relacionadas y sólo con el uso
de estas prácticas se puede explicar el enorme desarrollo científico
y
técnico que los nazis experimentaron en
los últimos dos o tres años de la guerra.
Parece,
sin embargo, que iniciaron demasiado tarde esa carrera tecnológica y
espiritual, y en muchos casos todo se quedó en planos y prototipos,
inútiles para cambiar el curso de una guerra cuya suerte ya estaba
echada.
Sobre
las armas secretas de Hitler y el ocultismo nazi se han escrito
toneladas de libros, a pesar de lo cual casi todo sigue siendo
todavía
un misterio sin resolver.
Newton
es el padre de la física moderna.
Al
menos lo es de la física clásica, la física que afecta a las cosas
grandes, las
cosas más
grandes que el
átomo. Es
la física que hemos estudiado en el colegio.
La
física de las cosas pequeñas, la física subatómica, la llamada
física cuántica, parece que se rige por leyes distintas a la física
tradicional.
La
física cuántica dice cosas como que una partícula subatómica
puede estar en varios sitios a la vez, o que una partícula
subatómica puede ser al mismo tiempo una onda y una partícula.
También dice que cuando dos partículas subatómicas han estado
juntas, aunque se las separe después miles de kilómetros, los
experimentos que se hagan sobre una de ellas afectan de la misma
manera a la otra, ya que de alguna forma siguen unidas por un lazo…
espiritual, que los físicos llaman "entrelazamiento".
Dice
también que el pensamiento humano, la intención, la conciencia del
hombre, tiene efectos medibles sobre las partículas subatómicas,
independientemente de la distancia a la que éstas se encuentren. Y
esto es muy interesante.
Antes del Big Bang toda la materia estaba unida, por lo que según esta
teoría todo sigue entrelazado, de forma que el pensamiento, la
intención, la conciencia de las personas, afecta en más o menos
grado a todo el Universo, que se comporta como un organismo interconectado.
Ciencias Ocultas como arma de defensa.
Si
la conciencia del hombre, debidamente entrenada con ritos
espirituales en lugares apropiados para esa práctica, es capaz de
actuar sobre la materia, especialmente sobre la materia pequeña, las
partículas subatómicas, tal vez el arma más mortífera sea el
pensamiento del hombre.
Los
fieles de todas las religiones y sociedades espirituales se juntan en sus templos para limpiar
su espíritu, rezar y hacer peticiones a las fuerzas superiores. Es el mismo rito en todo el planeta.
¿Imaginas
que los adeptos entrenados en las Ciencias Ocultas pudieran reunirse
para, todos juntos, actuar sobre las partículas subatómicas e
iniciar una reacción en cadena en todas las armas nucleares, misiles, submarinos, destructores... y hacer que todos esos ingenios
atómicos exploten en las mismas casas de sus creadores para así
preservar la paz en el mundo?
Los físicos cuánticos ya lo imaginan y saben que es posible, al menos teóricamente.
A
lo largo de la historia, en muchos países se han reprimido duramente
los ritos religiosos y prácticas espirituales, es decir, se ha
prohibido y reprimido el uso ilegal del pensamiento y de la conciencia, tal vez porque conocen su poder.
Un
delito mental, que decía el Gran Hermano del libro de George Orwel
“1984”.
Un
libro muy actual, por cierto.
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Ten cuidado con lo que piensas, porque se puede convertir en realidad.