Alquimia Mental

ALQUIMIA MENTAL
El Universo es energía vibratoria que se solidifica o espiritualiza en función del “tempo” de esta sinfonía dirigida por el gran Mago que dirige la Obra con su batuta magistral, como si de una varita mágica se tratara, creando el milagro de la existencia.
Dependiendo de la butaca de la vida que ocupes, la música puede sonar para ti de manera diferente, ya que esta enorme orquesta estelar tiene multitud de instrumentos, infinidad de matices, una pieza dentro de otra que puede tener identidad propia pero que armoniza a la perfección con el resto de la Obra.
Podemos ver en ella una composición barroca y atronadora si la observamos en su conjunto, o una serena pieza de líneas sencillas, como un estribillo fácil de reconocer, si nos centramos en las evoluciones de sólo una parte de la misma.

La mayor parte de las veces lo único que podemos hacer es corear el estribillo de la composición, como sucede cada año en el concierto de Año Nuevo con la Marcha Radetzky, en que el público entusiasmado y con el vello enhiesto acompaña con sus palmas la parte central de la obra entrando en sintonía extática con la misma. Pero la obra sigue su curso con fuerza, invariable por muchos adoradores que aplaudan su hechura con religioso fervor.

Materia y energía son la misma cosa (e=mc2) con diferentes frecuencias vibratorias.
Cuanto más más baja es la frecuencia vibratoria más sólida es, literalmente hablando.
Transmutar la materia en energía es relativamente sencillo: podemos convertir el agua (material) en movimiento (intangible) con la ayuda de una máquina de vapor. Sin embargo, el proceso inverso es más complicado.
La transmutación de la materia en energía suele ser trabajo de la Física o la Química clásicas, mientra que la transmutación de la energía en materia (precipitación) suele ser casi siempre trabajo para la Alquimia, aunque también intenta entrar en este campo la nueva física relacionada con las partículas subatómicas, o incluso filosóficas, que también las hay.
Decía un  físico cuando recogía el premio Nobel por el descubrimiento de una partícula subatómica: "me pregunto si esa partícula estaba ahí antes de que yo empezase a buscarla."

No podemos modificar la orografía del Universo con nuestros limitados recursos, pero sí podemos modificar la estructura de nuestro jardín con la ayuda de pequeñas herramientas, o incluso construir grandes presas o autopistas con la ayuda de maquinaria pesada. Todo esto no obstante siguen siendo modificaciones imperceptibles vistas a escala cósmica, aunque para nuestra vida cotidiana en la mayor parte de los casos es más que suficiente.

Un punto interesante de nuestra capacidad de modificar en parte la sinfonía estelar es el trabajo mental, el trabajo alquímico.
Del mismo modo que sobre una onda portadora de radiofrecuencia podemos hacer cabalgar una señal de audio, vídeo o de cualquier otro tipo y así modificarla en amplitud, frecuencia, o fase, podemos también utilizar la energía vibratoria del Universo para introducir pequeñas modificaciones a nuestro gusto.
No vamos a cambiar la onda principal, no vamos a cambiar la partitura, pero sí podemos introducir pequeñas variantes que nos permitan modificar el jardín de nuestra pequeña realidad.
No hay que forzar la situación, cosa que sería inútil por otra parte, ya que las puertas del éxito se abren hacia dentro, por lo que cuanto más las empujas más las cierras.
Antes bien hay que sintonizar la frecuencia más adecuada a nuestro propósito para cabalgar sobre ella y aprovechar su fuerza para sacarle el máximo provecho.

Es algo así como el surfista que en lugar de verse tragado por las enormes olas aprende a sacarles partido y disfruta con ellas. No hay que intentarlo sin tener una buena tabla de surf y la preparación necesaria para ello, ya que de lo contrario pasaría como con el jinete novato que el caballo siempre tira al suelo, y sin embargo se deja montar por un jinete con la dosis adecuada de autoridad y respeto.

Nuestros pensamientos se mueven en el mismo esprectro de frecuencias que las energías más elevadas del Universo. Sólo hay que sintonizar la frecuencia adecuada y añadirle un pequeño programa diseñado con suficiente definición para que la onda portadora la lleve a su destino amplificada y poderosa.
Un poco de pasión y entusiasmo harán que nuestro jinete sea del agrado de nuestra montura y se preste a llevar nuestros pensamientos al terreno de nuestra realidad tangible.

Para comprobar que todo va bien, escucha a tu intuición, ya que es el medio por el que el Universo se comunica con nosotros.

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Algunas veces, el precio de la libertad es la soledad.