Roja pintó su sonrisa mejor para enfrentarse a lo que creía el final.
Con el alma desgarrada, sola, sin consuelo y con una enorme tristeza devorando su garganta, con jirones de su corazón vistió como pudo su cara de alegría.
Alegría salida de la desesperación, alegría fingida, alegría valiente, alegría imposible empujada por una inmensa pasión, por un amor sin orgullo, por una vida entregada, por un compromiso sin retorno.
Se entregó como lo hace una mujer de verdad, sin dobleces, sin reparos, quemando sus naves porque pensó que nunca más las iba a necesitar.
Por eso no entendía, no aceptaba, que aquello podría ser el final.
No dejó nada en el tintero y sacó de sus entrañas sus mejores sentimientos y su verbo más acertado, sincero, descarnado.
Las montañas más altas habrían llorado sus nieves, derretidas por tanta pasión.
¿Qué más se puede dar cuando todo se da? ¿Acaso darlo todo no es suficiente?
Cuando ya no queda nada, cuando no te queda nadie, cuando ni siquiera puedes contarlo, ¿qué te queda?
Sólo una profunda tristeza de amor, que no hay tristeza mayor.
----------------------
No sirvas a quien sirvió ni ames a quien amó.
