En Su Piel


En Su Piel
 
Hay que imaginarse en la piel de otra persona para tratar de entender su proceder. Me imagino viviendo en un país en guerra, sin medicinas, sin comida, sin agua, sin casa, expuesto a constantes bombardeos, ametrallamientos, torturas, violaciones… sin poder hacer nada para evitarlo.

Me encuentro ágil y fuerte, y sé que hay un mundo que llaman democrático en el que se vive mejor, se viste bien, se come bien y normalmente nadie intenta matarte. Así que emprendo un largo y penoso viaje hacia la libertad. La travesía será larga y no exenta de dificultades, pero el viaje merecerá la pena.

No entiendo que haya fronteras, que instalen altas alambradas de espinos, o que me disparen pelotas de goma, de goma dura, muy dura, mientras estoy nadando en el mar, exhausto, intentando alcanzar las playas del paraíso. Algunos de mis compañeros de travesía mueren ahogados en el intento, a pesar de que todos somos jóvenes y fuertes. Pero yo consigo llegar. Ya sólo es cuestión de tiempo haberme liberado de la terrible vida que llevaba en mi país. Confío plenamente en la humanidad y en la solidaridad de las gentes del país al que he conseguido llegar.

Me imagino en su lugar. Imagino que he dejado en aquel infierno a mis abuelos, a mis padres, a mi mujer, a mis hijos, a mis hermanos, a mis amigos…

Verás... intento ponerme en su piel... y yo no lo haría, yo no huiría de mi país dejando abandonados en aquel infierno a todos mis seres queridos sólo porque yo sí puedo hacerlo. Llámame raro, pero yo no les traicionaría dejándoles allí, tirados, abandonados a su suerte, mientras yo reclamo para mí la solidaridad de los demás, una solidaridad que yo no tuve con quienes me quisieron y cuidaron.

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Me moriré de viejo y no acabaré de comprender al animal bípedo que llaman hombre, cada individuo es una variedad de su especie.
(Miguel de Cervantes Saavedra)