Poetry In Motion

Poetry In Motion

Yo voy soñando caminos de la tarde, las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas. Yo voy cantando, viajero, a lo largo del sendero. La tarde cayendo está.

Que por mayo, era por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor. Y yo aquí, triste, cuitado, que vivo en esta prisión, que no sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor. Matómela un ballestero, dele Dios mal galardón.

Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. Sucia de besos y arena, yo me la llevé del río, con el aire se batían las espadas de los lirios.

Por qué tus labios me niegan lo que tus ojos me gritan, por qué callan tus palabras y tus miradas me excitan, por qué saber no puedo lo que inflama tu interior, si a mí también de ese ardor me consume el mismo fuego.


En el corazón tenía la espina de una pasión,
logré arrancármela un día, ya no siento el corazón.
Mi cantar vuelve a plañir: aguda espina dorada, ¡quién te pudiera sentir en el corazón clavada!

En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos.

Y no hay claustro, sea cualquiera, ni recinto de oración, que no sienta mi derecho y dé pecho a mi pasión.


A tus puertas llamé con la llama de mi amor encendida. Vuelve otro día, dijiste. Y yo allí, cuitado de mí, con el pelo mojado y mi llama encendida. Hacía frío, y llovía.

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Quizá la vida no se pueda alargar más allá de ciertos límites, pero desde luego sí se puede ensanchar teniendo amplitud de miras.