Selfie
Se acaba el año y la década con el clima y la salud del planeta como gran preocupación mundial. Corriendo van a misa los que van tarde, decía mi madre.
Vivimos en un vergel, pero lo estamos destruyendo en aras del progreso, como si tuviéramos otro sitio adonde ir.
Hay una niña sueca que viaja de lujo por todo el mundo y sale en los medios de comunicación con un perenne gesto de odio esculpido en su cara, porque dice que no puede respirar y que le han robado la infancia. ¡Pobre niña sin infancia! En este civilizado planeta millones de niños, hoy, como ayer, como mañana, no tendrán nada para cenar.
Homo Sapiens Sapiens.
Hace poco oí en una presentación cultural que el término "mujer" es despectivo y que hay que utilizar la palabra "persona", que por lo visto es más igualitaria. Todo el mundo aplaudió y alabó "el traje nuevo del emperador" -no les fueran a señalar-, pero yo sólo vi su desnudez. "En el bosque divergían dos caminos y yo tomé el menos transitado".
Una vez leí un eslogan que decía "Dios hizo a la mujer y dijo: ¡ahí queda eso!". Dios estaba orgulloso porque la mujer era su Gran Obra.
Pero "las niñas ya no quieren ser princesas". Ni mujeres tampoco, que les han dicho que eso está feo y que ya no se lleva.
Sé tú mismo, sé tú misma, sé tú misme, nos dicen en las redes sociales los filósofos de nuevo cuño, que cada uno tiene sus cadaunadas y tienes derecho a expresar tus diferencias identitarias. Y con tu misma mismidad te haces un selfie para mostrar al mundo tu felicidad porque, como "el coronel que no tiene quien le escriba", tú tampoco tienes quien te haga una foto para inmortalizar tu momento de soledad.
Identitario o igualitario, el caso es reivindicar algo con mucha fuerza que, aunque tú no sepas por qué, quienes te dicen que lo hagas sí lo saben: mientras tú te entretienes gritando sus consignas, ellos se llevan la pasta.
Que de eso, y no de otra cosa, es de lo que se trata.
Hay unos okupas que se han apropiado de la vivienda de una mujer, ante la pasividad de las autoridades, que no están para esas cosas. Los vecinos se reúnen frente a la vivienda para exigir que los okupas se la devuelvan a su dueña, y entonces aparece una docena de furgonetas blindadas llenas de policías enmascarados y fuertemente armados para defender a los okupas. Amenazan a los vecinos con identificarles y multarles con tres mil euros si no se disuelven, que por lo visto está prohibido juntarse más de veinte, aunque ellos mismos superan esa cifra.
Salimos de una dictadura militar para conquistar una democracia policial, igualitaria e identitaria.
Ya puestos a ser demócratas, igualitarios, identitarios y libres para que cada uno se sienta como le apetezca y todo el mundo pueda salir de sus respectivos urinarios para mostrar al mundo cómo lo hacen, hay que decir que de lo que de verdad podemos disfrutar es de una envidiable libertad de expresión y de opinión.
Bueno, siempre y cuando, claro está, que no vaya contra lo establecido por las autoridades. Hay que tener mucho cuidado para no ofender la sensibilidad de ninguna de las miles de corrientes de opinión que hay en el mundo, no hay que opinar sin estar en presencia de tu abogado para asegurarte de que no estás incitando al odio, no hay que opinar de cosas sobre las que está expresamente prohibido opinar, no hay que negar la historia oficial de cada momento...
En fin, lo normal.
¡Menudo panorama! Más triste que hacerse un selfie.
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¡Feliz Navidad! (No sé si es legal decir esto, pero me arriesgaré).