La vida es una evolución permanente, siempre evolucionando pero nunca llegando. ¿Evolucionando hacia dónde? ¿Evolución continua sin un final, sin un destino al que llegar? ¿Es la ilusión en un futuro lo que te hace avanzar desde que naces hasta que mueres y sólo al llegar al final te das cuenta de que no había destino, sólo camino, camino nada más? ¿Para qué?
Tántalo, hijo de Zeus y de Pluto, fue condenado a vivir en el Inframundo por desafiar a los dioses del Olimpo y revelar a los hombres los secretos que le habían sido confiados. Sumergido hasta el cuello en un lago y bajo un árbol cargado de frutos, cada vez que intentaba calmar su sed o su hambre, el agua y los frutos se apartaban de su alcance.
Así de esquiva es a veces la vida, te muestra pero no te da y gira sin parar como un carrusel que a ninguna parte va, avanzando sin descanso hacia un destino que nunca vas a alcanzar. Las metas cambian en cada etapa de la vida porque con cada etapa cambian tus intereses y tus necesidades, por lo que nunca terminas, nunca llegas. No hay buen puerto para quien no sabe a qué puerto va.
A estas alturas del camino, sé que lo más importante es la salud, la familia, el amor, la pasión, la justicia, la lectura, la música y un café en una terraza al atardecer.
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No por mucho madrugar amanece más temprano.