Fuga De Cerebros

FUGA DE CEREBROS
El submarino Isaac Peral S81 iba a ser la joya de la corona, el primero de cuatro submarinos de diseño español, fabricado en los astilleros Navantia de Cartagena.
Lástima que no flote porque le sobran entre 75.000 kg y 100.000 kg. 
Y eso sin colocarle la bandera, ni cargar combustible, ni armamento, ni alimentos, ni tripulación.
Se tardará dos años más y millones de euros en rediseñar su estructura, que consistirá básicamente en hacerle empalmes para que sea más largo y darle así mayor flotabilidad.
Un apaño a la altura de Pepe Gotera y Otilio, tan españoles ellos.
Se hunde el buque insignia de la Armada Española, la marca España sigue haciendo aguas y hasta los inmigrantes más pobres abandonan el barco y regresan a sus países en busca de mejores oportunidades.

Esto es lo que trae la fuga de cerebros. Nuestros científicos y profesionales de todas la especialidades se tienen que ir al extranjero, siendo muy apreciados en todo el mundo, desde Estados Unidos hasta Gran Bretaña y Alemania, pasando por Ecuador y Qatar.
Así que tienen que poner a los más ineptos a hacer submarinos, dirigir cajas de ahorro o liderar ministerios, que a nuestros políticos garbanceros lo único que les importa es llenarse los bolsillos y engordar la administración del Estado colocando a sus familiares y amigos.
Y tanto engorda la Administración que España acaba también por hundirse.

Con seis millones de parados, los banqueros en los juzgados, los políticos en el banquillo, sus amigos engordando la Administración, nuestros científicos en el extranjero y hasta los inmigrantes más pobres huyendo del país, España se hunde por exceso de peso y falta de neuronas.

No es de extrañar que las tres instituciones más valoradas por los ciudadanos españoles sean el Ejército, la Policía y la Guardia Civil.
Y las peores valoraciones son para los partidos políticos, sindicatos, jueces y periodistas, precisamente aquellos que se autodefinen como adalides de la democracia.
Que digo yo que para este viaje no necesitábamos tantas alforjas, por muy constitucionales y democráticas que sean. Blanco y en botella.

Nada que comentar sobre una ley de costas que permite construir a 20 m de las playas, nuestra auténtica joya de la corona. Claro que igual es para poder lanzar un cabo desde el balcón cuando nuestros submarinos se vean en apuros.

Pues eso, que el país se hunde y la solución es tan sencilla como soltar lastre y poner al timón a una tripulación profesional y competente.

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No hay atajo sin trabajo.

Contrato Social

CONTRATO SOCIAL
La C.E.C.A. (Comunidad Europea del Carbono y del Acero) fue el origen de la C.E.E. (Comunidad Económica Europea), que se convirtió después en C.E. (Comunidad Europea) y posteriormente en U.E. (Unión Europea).
La C.E.C.A. fue una organización supranacional que nació en 1951 con el objetivo de crear un mercado común del carbón y del acero mediante la supresión de aduanas y facilitando su libre circulación entre los países miembros: Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y Luxenburgo.
La Unión Europea es por tanto una unidad de mercaderes, no de países ni de ciudadanos.
Como curiosidad, la palabra “ceca” significa “lugar donde se fabrica o emite moneda”.

Los grandes mercaderes se organizan en estructuras que superan fronteras, nombran y derrocan gobiernos, subvencionan a partidos políticos con opción a gobernar y deciden las leyes que se deben aprobar en los distintos parlamentos.
A cambio de entregarles los recursos del país con la impunidad que les otorga el haber sido elegidos democráticamente por los ciudadanos, los gobernantes de turno pueden saquear el país y colocar a sus familiares y amigos en la Administración, que crece descontrolada como un cáncer con cada cambio de gobierno.
Si hoy se celebraran elecciones generales, autonómicas o municipales y ningún ciudadano fuera a votar, mañana seguiría habiendo presidente de gobierno, ministros, presidentes autonómicos, diputados, senadores, alcaldes, concejales, jueces y policías. 
Y también impuestos y multas para poder mantener a todos los amigos colocados en la Administración y a las organizaciones subvencionadas con dinero público para que colaboren con el Sistema.
Da igual a quién votes, da igual que votes o te quedes en casa: el día después seguirían existiendo la mismas instituciones que el día anterior al que decidiste no ir a votar. 
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Los mercaderes deslocalizan el poder de los países y deslocalizan también sus medios de producción para así poder controlarlos mejor. Lo llaman globalización.
Dan dinero a los gobiernos para que cedan parte de la soberanía de su país a una institución superior. Los gobernantes cogen el dinero felices y se sienten importantes viajando en avión para ir a reuniones internacionales donde no saben qué es lo que se cuece. Por no saber, no saben ni el idioma que utilizan los ponentes. Pero no importa, este mes ya ha cobrado varios sueldos y él sólo tiene que firmar unos papeles que le ponen sobre la mesa.

No sólo se cede la soberanía política, sino que se cede también la capacidad de decidir sobre los recursos naturales y los medios de producción del país.
Los mercaderes también pagan dinero por sacrificar el ganado, dejar de cultivar y dejar de explotar tus recursos naturales. La razón es que si lo produces tú, ellos no te lo pueden vender.
Los ciudadanos alucinan con estos tontos europeos: les dan dinero para que no trabajen, para que no cuiden del ganado, para que no cultiven, para que no vayan a la mina, para que no fabriquen barcos... ¡les dan dinero para que no trabajen!

El político se va... eso sí, con los bolsillos llenos y a un buen puesto que le han ofrecido los mercaderes a los que sirvió durante su mandato.
Pero la deuda queda. Los gobernantes viven como reyes gracias a los préstamos que les conceden los mercaderes, cuyos intereses tienen que pagar después los ciudadanos, sus hijos y sus nietos.
Y el subsidio por desempleo también se acaba, y tú ya no tienes vacas, ni trigo, ni vides, ni olivares, ni carbón, ni acerías, ni astilleros. ¡Tú que presumías de que te habían prejubilado con 50 años y con la indemnización que te habían dado por no trabajar te habías comprado un precioso apartamento en primera línea de playa!

Después de tantos años alardeando de conquistas sociales y derechos que ni siquiera sabías que tenías, ahora te conformarías con una casita digna donde vivir, algo de comida que no esté caducada y una ayuda para pagar la luz, porque hasta la energía solar la están boicoteando para que tengas que contratarles a ellos la calefacción.
Llegados a este punto estás dispuesto a aceptar cualquier cosa que te permita respirar un poco, cualquier tipo de trabajo, cualquier tipo de salario, cualquier tipo de contrato, o de no contrato, que no está la situación para ponerse dignos.
Y ya no puedes vivir por tus medios, porque te los han comprado, a ti y a tu país, por lo que hasta lo más básico se lo tienes que comprar a los mercaderes al precio que te quieran poner y en las condiciones que ellos decidan.
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El contrato social es un acuerdo tácito entre los ciudadanos, en el que éstos ceden parte de su libertad como individuos a cambio de beneficios mayores inherentes al intercambio social, y reconocen la autoridad del Estado para administrar la carga de derechos y deberes que debe regir una vida en sociedad ordenada y en paz.
Sobre el contrato social han teorizado pensadores como Platón, Aristóteles, Cicerón, Hobbes, Locke y el más reconocido en este tema, Rousseau (El contrato social, 1762). Se dice que este libro fue uno de los incitadores de la Revolución Francesa.

¿Pero qué sucede cuando el Estado olvida su papel y se convierte en un vulgar ladrón, un padre ebrio que dilapida el patrimonio de la familia y vende a sus hijos a los mercaderes del desierto a cambio de marisco, puros habanos y otras fruslerías?
Partiendo de la nada, la clase política ha alcanzado en democracia las más altas cumbres de la degradación moral, cubriendo sus vergüenzas con lujosos trajes dialécticos que sólo ellos ven, como en la fábula “El traje nuevo del Emperador”.

El contrato social está roto y sólo hay una manera de resolverlo: los ciudadanos deben tomar la iniciativa y hacer que tanto los mercaderes como sus servidores respondan por sus acciones y devuelvan todo lo que han usurpado al país, a la inteligencia y a la dignidad humana.

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Mira si lo que haces hoy te lleva adonde quieres estar mañana.