EUROPA
EN GUERRA
Europa devora a sus hijos, adoptivos por cierto, después de haberlos explotado, expropiado y sodomizado.
Europa es Alemania, que ha declarado su tercera guerra contra el viejo continente, es decir, su tercera guerra mundial, aunque en esta ocasión con armas de destrucción masiva como son los bancos y las grandes corporaciones.
Al igual que en las dos anteriores guerras mundiales, los dirigentes de los países atacados traicionan a sus propios ciudadanos, a los que pone a los pies de la bota alemana para salvar su puesto, salvar sus muebles, salvar sus privilegios.
Como en toda guerra, más peligrosos que los propios enemigos son los traidores que conviven entre los ciudadanos minando la moral de la población, argumentando que es mejor entregar a tus padres y a tus hijos al ejército enemigo para así evitar males mayores.
Esto ya sucedió en la Guerra Civil Española y en el período anterior a la Reconquista, donde los gobernantes pagaban con doncellas a los ejércitos árabes para evitar represalias mayores. ¿Mayores?
En España tenemos claro quiénes son los traidores: son esos que desahucian familias y luego ni siquiera pagan las cuotas de la comunidad de los pisos que expropian, son esos que apalean a los viejos que protestan porque el banco se ha quedado con su dinero, son esos que se atrincheran en sus cargos políticos para saquear el país amparados por leyes que ellos mismos dictan al efecto.
Y lo son también esos ciudadanos que se entretienen en reivindicaciones de casquería dejándose llevar por los lobby creados específicamente para diseñar este tipo de tendencias de opinión.
Vamos, que hay mucho trabajo por hacer y no precisamente fácil.
Nada que comentar sobre el corralito de Chipre ordenado por Alemania (pon tus barbas a remojar) ni sobre las torturas del ejército español a ciudadanos indefensos en Irak (y eso que iban como ayuda humanitaria).
Europa devora a sus hijos, adoptivos por cierto, después de haberlos explotado, expropiado y sodomizado.
Europa es Alemania, que ha declarado su tercera guerra contra el viejo continente, es decir, su tercera guerra mundial, aunque en esta ocasión con armas de destrucción masiva como son los bancos y las grandes corporaciones.
Al igual que en las dos anteriores guerras mundiales, los dirigentes de los países atacados traicionan a sus propios ciudadanos, a los que pone a los pies de la bota alemana para salvar su puesto, salvar sus muebles, salvar sus privilegios.
Como en toda guerra, más peligrosos que los propios enemigos son los traidores que conviven entre los ciudadanos minando la moral de la población, argumentando que es mejor entregar a tus padres y a tus hijos al ejército enemigo para así evitar males mayores.
Esto ya sucedió en la Guerra Civil Española y en el período anterior a la Reconquista, donde los gobernantes pagaban con doncellas a los ejércitos árabes para evitar represalias mayores. ¿Mayores?
En España tenemos claro quiénes son los traidores: son esos que desahucian familias y luego ni siquiera pagan las cuotas de la comunidad de los pisos que expropian, son esos que apalean a los viejos que protestan porque el banco se ha quedado con su dinero, son esos que se atrincheran en sus cargos políticos para saquear el país amparados por leyes que ellos mismos dictan al efecto.
Y lo son también esos ciudadanos que se entretienen en reivindicaciones de casquería dejándose llevar por los lobby creados específicamente para diseñar este tipo de tendencias de opinión.
Vamos, que hay mucho trabajo por hacer y no precisamente fácil.
Nada que comentar sobre el corralito de Chipre ordenado por Alemania (pon tus barbas a remojar) ni sobre las torturas del ejército español a ciudadanos indefensos en Irak (y eso que iban como ayuda humanitaria).
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Todos nuestros enemigos son mortales (Paul Valèry).
Que yo creo que lo que quería decir es que se morirán de viejos, ya que no hay mal que cien años dure. O quizá no.
Todos nuestros enemigos son mortales (Paul Valèry).
Que yo creo que lo que quería decir es que se morirán de viejos, ya que no hay mal que cien años dure. O quizá no.