Semana Santa

Semana Santa
Hacía mucho tiempo que no venía, y no era de extrañar, ya que la última vez que estuvo no le fue bien, nada bien.
Pero pensó que después de tanto tiempo no le reconocería nadie y que podría pasear de incógnito por las calles para observar cómo habían cambiado las cosas desde su última visita... después de tanto tiempo ausente.

Por la prensa supo que la situación social había degenerado hasta límites insospechados. Na había rincón en el que no se hubiera instalado la corrupción y la bajeza moral de manera casi inexpugnable.
Vio también, sin embargo, estampas agradables, por lo que pensó que tal vez no estaba todo perdido. Vio niños riendo y jugando con sus padres, perros saltarines moviendo alegres la cola alrededor de sus dueños, grupos de amigos charlando amigablemente en las terrazas de las cafeterías, parejas de novios besándose... bueno, parecía que no estaba todo perdido.

De pronto empezó a oír un ruido ensordecedor, golpes de estacas contra el suelo, estridentes trompetas amenazadoras, tambores que hacían retumbar las casas y cantos fantasmagóricos que impregnaban las calles de una atmósfera aterradora.
Tuvo miedo, mucho miedo, pero también sintió curiosidad, así que se acercó con sigilo hacia el lugar donde parecía que estaba el origen de tan preocupantes señales, dobló la esquina y de pronto se le paró el corazón.
Allí había una horda de encapuchados portando una cruz, estacas golpeando el suelo, teas encendidas y tambores y trompetas sonando con tal ímpetu que harían temblar las piernas al más templado. ¡No, otra vez no! ¡Otra vez vienen a por mí!

Jesús salió corriendo calle abajo perdiendo las sandalias en su huida y prometiéndose a sí mismo que jamás volvería a bajar a la Tierra. 

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No te quedes en las nubes si puedes alcanzar las estrellas.  


Desandar El Camino

Desandar El Camino
En el bosque divergían dos caminos… y tomaste el camino equivocado. Largo tiempo anduviste por caminos solitarios, soñando caminos de la tarde, que diría Machado, caminos escondidos, caminos hermosos, caminos sin fin, caminos a ninguna parte. Caminando hacia la luz que te da esperanzas pero nunca alcanzas… el camino nunca acaba, la meta siempre está en un horizonte que se aleja a medida que avanzas.

Al fin sospechas que quizá no era ese tu camino y decides retornar, cansado ya de tanto andar, de tanto aliento sin recompensa… de vuelta hacia el inicio, hacia el punto donde decidiste tomar el camino menos transitado. Vas encontrando señales que reconoces, como un “déjà vu” que te va indicando que ese camino ya lo recorriste, pero en el otro sentido. Las señales ya no están igual, también para ellas ha pasado el tiempo, pero las reconoces cercanas porque el alma de las cosas no cambia aunque cambie su aspecto.

Te cruzas con aquel amor dulce que te hizo feliz, y ves que todavía quedan rescoldos amenazando con encenderse de nuevo; te encuentras también con aquel otro amor apasionado y descarnado, cuyo fuego se mantiene humeante esperando la mano que sabe avivarlo; con el libidinoso que tan buenos momentos te proporcionó, húmedo y receptivo todavía; y hasta con aquel otro tormentoso y complicado que te dejó heridas aún abiertas, dolorosas y dulces al mismo tiempo; y con ese que te hacía sentir tan bien que hasta la cara te dolía de tanto reír… parece que todos tus amores se han puesto de acuerdo para aparecer de pronto uno detrás de otro a gran velocidad, sin entender el porqué de tal cúmulo de coincidencias en tan poco tiempo. Quizá sea para indicarte que por ese camino ya pasaste, ahora de vuelta, y que desandando el camino encontrarás el punto donde podrás volver a elegir de nuevo qué opción tomar.

Vuelves a encontrarte incluso con antiguos compañeros de trabajo, más viejos, con menos esperanzas, con menos futuro, con menos ilusión, con sus vidas agostadas. También ellos se han puesto de acuerdo para aparecer de nuevo en tu vida y hacerte ver que por ese camino ya pasaste, como señales que te indican que ese es el camino de vuelta hacia el momento donde tu vida divergió.

Te encuentras de nuevo con quienes compartieron tramos de tu pasado y ves con preocupación sus vidas desencantadas, anodinas, ajadas, caminando, cayendo más bien, hacia el final de sus vidas. Con preocupación por si la tuya pudiera estar en la misma situación. Pero también en esta ocasión quieres tomar el camino menos transitado, aún a riesgo de elegir nuevamente un camino equivocado. Pero es tu equivocación, que cada uno tiene las suyas.

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Es tu risa mi música mejor.



Exceso De Mujer

Exceso De Mujer
 
Mística y guerrera, dura e inflexible, cruel si la ocasión lo requiere y, sin embargo, apasionada poetisa capaz de desgarrar el alma más insensible con sus atormentados relatos escritos con su propia sangre. Seductora, hechicera, con esa misteriosa y arrebatadora belleza salvaje capaz de embrujar al más pintado... loba solitaria, águila altiva, gata merodeando por las sombras del cementerio... así es.
 
Imposible domarla, imposible amarla, cualquier muestra de afecto rechaza como si de una grave ofensa se tratara y, como gata apaleada, de las caricias huye y araña la mano que se atreve a tocarla. En guerra contra el mundo… hasta los momentos de fundirse íntimamente en un apasionado abrazo los convierte en una lucha por la supremacía.
Su reluciente y bella armadura esconde y protege un cuerpo roto en mil batallas, una mente quebrada por duras experiencias, un alma atormentada, incomprendida.

Sólo encuentra la paz en paisajes solitarios a los que accede a lomos de su motorizada montura metálica, su fiel compañero de viaje, su amigo mejor. En bosques encantados se interna, donde serpean riachuelos que murmuran misterios que sólo ella es capaz de descifrar, como una sacerdotisa celta que conoce a la perfección los misterios del bosque... ese es su hogar. Y los cementerios... ¡qué lugar mejor para hacer el amor!

La felicidad, un sentimiento prácticamente desconocido para ella, la sorprende a ratos, cuando baja la guardia y se deja querer.
Entonces brota de su alma una risa extraña, extraña por no usarla, más parecida a un sonido inquietante que a una expresión de felicidad. Pero es felicidad, una extraña y desconocida sensación. Una mujer para amar o para odiar, nunca indiferente, inconmensurable, superlativa, un exceso de mujer.
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Si te hace reír, si hace que te sientas bien, no hay duda.